Movimientos de Mujeres y Feministas en El Salvador de 2009 a 2018

Por: María Candelaria Navas Turcios y Nidia María Umaña Nudos críticos y perspectivas

Resumen de la ponencia del mismo nombre que fue presentada al Eje de “Ciencias Sociales, Mujeres, Epistemologías Críticas” del XVI Congreso Centroamericano de Sociología de la Asociación Centroamericana de Sociología (ACAS) “Territorios, poderes y resistencias en Centroamérica, ¿Viejos conflictos, nuevas miradas?”, realizado en Antigua Guatemala, del 7 al 10 de mayo 2018.

Fotografía tomada de la página de Facebook del Movimiento Salvadoreño de Mujeres

El objetivo de la investigación es reflexionar sobre los nudos críticos y las perspectivas de los movimientos de mujeres y feminista (MMF) en El Salvador, como movimiento social amplio y de izquierda, durante los dos gobiernos de izquierda de 2009 a 2018.

El MMF es un actor social y político, cuyas demandas y propuestas han desafiado el patriarcado y su expresión más evidente, la desigualdad y la discriminación por género, producto de las relaciones desiguales de poder, que han permanecido ocultas y naturalizadas, y que prevalecen en las esferas políticas, económicas, sociales y culturales.

En El Salvador, el Movimiento de Mujeres y Feminista está integrado por las expresiones más diversas de organizaciones, instituciones, grupos y mujeres independientes, donde encontramos diversas “vertientes”: la vertiente feminista, la vertiente popular y la vertiente de las mujeres que actúan en los espacios formales y tradicionales de organización y acción política (V. Vargas, 1988: 10).

El movimiento de mujeres es aquél que reúne mujeres independientemente de sus demandas; en tanto que el movimiento feminista es aquél que se reúne para luchar contra la subordinación de las mujeres, siendo portador de una utopía (A. L. Aguilar: 1997: 14).

La fuente principal para las reflexiones críticas y perspectivas sobre el MMF que aparecen en este artículo son las ideas recogidas a través de 13 entrevistas a mujeres feministas considera- das “históricas” en tanto que fundadoras o directoras ejecutivas de organizaciones, o feministas con larga experiencia de trabajo como activistas o investigadoras, las cuales fueron realizadas en dos momentos.

En un primer momento, (agosto de 2014, cuando estaba inician- do el segundo período de gobierno de izquierda en EL Salvador), se realizaron 7 entrevistas presenciales a lideresas de organizaciones de mujeres y feministas con tres distintas posturas res- pecto del primer gobierno de izquierda, las cuales pueden ser caracterizadas como “cercanas” como la Asociación para la Autodeterminación y el Desarrollo de Mujeres Salvadoreñas (AMS, ahora ASMujeres), “intermedias”(como La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local (CFDL), y “críticas” (como el Instituto de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola de Herrera” –CEMUJER–, la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz –ORMUSA–, y el Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU–). En una próxima etapa de la investigación sobre el tema convendría consultar a mujeres feministas jóvenes, para tener una fuente directa que permita contrastar posturas.

En un segundo momento, en abril de 2018, se realizaron 6 entrevistas virtuales complementarias, justo después de las elecciones para Asamblea Legislativa y Gobiernos Municipales perdidas por el partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en cuanto a votos y a personas votantes.

Esta coyuntura es la que nos animó a retomar el tema y el mate[1]rial que ya teníamos desde 2014, pues nos parece que hay condiciones más favorables para realizar una lectura crítica de la experiencia del MMF salvadoreño respecto de autonomía y doble militancia, sin herir susceptibilidades. A mediados de 2014, el clima nos pareció menos propicio para ello.

En ambos momentos se utilizó un cuestionario estructurado en tres preguntas abiertas, cuyas respuestas fueron procesadas en una base de datos que permitió consolidar las respuestas de todas las mujeres consulta- das a cada una de las preguntas. A las mujeres consultadas en el segundo momento se les solicitó firmar un formulario de con- sentimiento informado para autorizar el uso de sus ideas para la redacción de la ponencia. Sin embargo, en el texto se optó por prescindir de citas, identifica- das o no, y tampoco se listan los nombres, cargos e instituciones de las mujeres entrevistadas.

Para periodizar el MMF desde la segunda mitad del siglo XX hasta 2018, proponemos cuatro grupos o bloques de organizaciones de mujeres que primera- mente estuvieron vinculadas al movimiento social en su conjunto, luego se involucraron en el conflicto armado y después surgieron en la post- guerra.

  • 1920- 1970: Las organizaciones de mujeres y mujeres independientes ligadas al movimiento obrero en el marco de la lucha de clases.
  • 1971-1992: Las organizaciones de mujeres y mujeres independientes apoyando el proyecto contrahegemónico, en el marco de los movimientos populares revolucionarios.
  • 1993-2008: Las organizaciones de mujeres y mujeres independientes con reivindicaciones propias o de género, que corresponden a la transición de postguerra (M.C. Navas, 1987; 2011; 2012).
  • 2009-2018: Las organizaciones de mujeres y mujeres independientes con tensiones respecto de su postura respecto de los gobiernos de izquierda (participación en, colaboración con y/o crítica hacia): En los primeros dos períodos, los sectores subalternos se constituían a partir de su determinación e identidad de clase. Consecuentemente, las mujeres y/o sus organizaciones debían sumar fuerzas para otros movimientos, para otras reivindicaciones de carácter general. Se suponía que las transformaciones estructurales, a ese nivel, resolverían todas las formas de opresión, incluida la de género.

A ese respecto, Silvia Soriano (2007: 20) plantea que “Los primeros intentos organizativos de las mujeres, no provinieron de ellas mismas, y como consecuencia de ello, sus demandas y reivindicaciones giraban en torno a las de la organización que las impulsaba. Sería hasta el fin de la guerra, que algunas lograron hacer suyo un discurso de género” y feminista.

Aproximadamente en 1987, se fundaron las primeras organizaciones con dimensión de género. Con lo que las mujeres iniciaron las reflexiones, los debates y las formas organizativas específicas de mujeres. Hacia 1993 surgieron numerosas organizaciones de mujeres e instituciones para velar por sus derechos específicos. Se pueden mencionar dos experiencias de concertación: Las plataformas “Mujeres 94” y “Mujeres 99”.

En 1999 se creó la Concertación Feminista “Prudencia Ayala” (CFPA), que ha sido la instancia más representativa de coordinación, planificación y acción del MMF en el país. La llegada del partido de izquierda al poder implicó una di- visión y un debilitamiento al interior del MMF; junto con la ampliación del trabajo a nivel territorial y la reducción y fragmentación del trabajo colectivo gremial a nivel nacional.

El proceso de división inició desde la campaña electoral de 2009, cuando al interior de la CFPA se pueden distinguir dos posturas. La primera postura fue adoptada por las organizaciones y las mujeres que optaron por aprovechar las oportunidades que se abrían desde un gobierno de izquierda, con la posibilidad de impulsar políticas públicas desde dentro del Estado, desde una estrategia de incidencia política desde la doble militancia.

Se concentraron en apoyar la campaña electoral desde el movimiento de las “Mujeres Creadoras de Vida y Paz” o los “Amigos de Mauricio”. Formularon un pliego de demandas, se incorporaron a los espacios de diálogo que el gobierno del Presidente Funes abrió y tuvieron incidencia en el nombramiento de la primera Directora Ejecutiva del ISDEMU. La segunda postura fue adoptada por las organizaciones y las mujeres que optaron por continuar construyendo propuestas de políticas públicas de Estado y no de gobierno, desde una estrategia autónoma de incidencia política iniciada en 2006. De 2009 a 2011 se concentraron en continuar con la formulación de la Ley de Igualdad y de la Plataforma Feminista y con el establecimiento de alianzas con las diputadas del Grupo Parlamentario de Mujeres y la interlocución con el ISDEMU para la aprobación de la nueva legislación. Estas organizaciones hicieron posicionamientos en contra de algunas decisiones del Presidente Funes como la composición del gabinete, la postura frente al Consenso de Brasilia, y la destitución de la Secretaria de Cultura y la Directora Ejecutiva del ISDEMU. En este contexto, es posible identificar al menos los siguientes siete nudos al interior del MMF.

PRINCIPALES NUDOS IDENTIFICADOS

  1. La autonomía contra la doble militancia, el ser movimiento social o ser base social partidaria.
  2. La lealtad partidaria en un gobierno de mujeres militantes contra la identidad institucional de gobierno de burócratas en el sentido weberiano, que actualiza las tensiones entre lo político y lo técnico.
  3. La necesaria distinción entre el partido de izquierda y el “proyecto de izquierda”, donde las mujeres de izquierda son asumidas como feministas y el feminismo como un movimiento de izquierda.
  4. La unidad del MMF en oposición frente al partido de derecha contra el riesgo de desmovilización y/o estigmatización de la protesta social frente al gobierno del partido de derecha, lo cual afecta tanto a la lucha feminista como al movimiento social mixto.
  5. El financiamiento, las subvenciones y la coejecución a organizaciones de mujeres por parte del Estado como estrategia de pérdida de autonomía e independencia.
  6. La onegeización del MMF y el riesgo de que su trabajo se concentre en la ejecución de proyectos que dependen del financiamiento de organismos de cooperación y del vaivén electoral.
  7. El contraste entre temas de agenda, estrategias y es- tilo de incidencia política de las feministas históricas y de las feministas jóvenes, que renueva el debate sobre el necesario recambio generacional en el liderazgo del MMF.

Con lo cual, de cara al período 2019-2024, el MMF enfrenta como principales retos: Recuperar y conservar la autonomía y diversidad, la agenda programática y la capacidad de movilización del MMF. Se trata de activistas feministas que trabajan por trans- formar la realidad injusta de las mujeres en la sociedad.

  • Establecer nuevos acuerdos para el diálogo y la articulación entre mujeres, sobre todo de cara a la politización y demanda de asuntos claves contra la desigualdad de género y a favor de los derechos de las mujeres.
  • Elaborar una nueva plataforma feminista, propositiva, con visión de largo plazo y articulada a una agenda nacional, sectorial y territorial, que represente los intereses y demandas de las mujeres urbanas y rurales, jóvenes y adultas, para trabajar unidas.
  • Reconstruirse como sujetas políticas en alianza con diferentes expresiones organizativas de mujeres y otros sectores socia- les. Esto implica reactivar y consolidar los espacios de concertación y coordinación de todas las expresiones organizativas surgidas (redes, consorcios, federaciones y concertaciones).
  • Ampliar el MMF no sólo a mujeres que se autodefinen como feministas, sino a mujeres que participan en movimientos sindicales, profesionales, gremiales y empresariales.
  • Articular un MMF territorial, tanto a nivel local, como a nivel nacional.
  • Promover el recambio generacional, reconociendo y potenciando las capacidades, agendas y liderazgos de mujeres jóvenes.
  • Impulsar las investigaciones feministas y luchar por un puesto en la academia.
  • Constituirse en interlocutoras del Estado desde la autonomía, con una estrategia clara de lucha e incidencia política, de interlocución y colaboración, a partir de los resultados electorales de marzo de 2018. Esto para establecer alianzas y hacer trabajo de lobby con personas funcionarias y empleadas públicas, en tanto que un espacio de consulta y asesoría.
  • Hacer que lo público funcione, a través de la colaboración propositiva y crítica; y de la contraloría ciudadana.

Referencias Bibliográficas

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Universidad es reflejo del país en Violencia de Género

Por: Roselia Núñez

Con el fin de brindar un aporte para el logro de la igualdad y la erradicación de la violencia contra las mujeres, a través de propuestas que fomenten una cultura de igualdad y respeto en la UES, la Red de Investigadoras en Diferenciales de Género del alma mater, con el apoyo del Centro de Estudios de Género desarrollaron la investigación “La Universidad de El Salvador como espacio de reproducción de la Violencia de Género»

Las investigaciones relacionadas con la violencia hacia las mujeres en el ámbito académico, se realizan desde hace años en países desarrollados, las que han permitido evidenciar que la violencia de género nace y se aprende en la sociedad, desde la infancia misma y se replica a lo largo de la vida, siendo las mujeres las más violentadas.

En ese sentido, es prioritario el abordaje de estos temas que trascienden y se reafirmar en muchos espacios como por ejemplo a través de la música, programas juveniles de televisión tanto nacional como internacional, las telenovelas, películas, programas infantiles, en las iglesias, en escuelas y colegios, es decir en todos los niveles de la sociedad las mujeres sufren de cualquier tipo y expresión de violencia.

De hecho, no es casual que a la fecha en El Salvador, haya más de 227 feminicidios (enero a julio de 2018, según datos de la PNC), sin que existan medidas concretas o efectivas encaminadas a erradicar este grave problema. De acuerdo a la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) quien presentó la Encuesta Nacional de Violencia Contra la Mujer 2017, 67 de cada 100 mujeres reportaron haber sido agredidas alguna vez durante su vida. De estas, 34 fueron agredidas en los doce meses previos a la encuesta.

Asimismo, los datos de la DIGESTYC indican también que el ámbito donde se presenta mayor prevalencia de violencia contra la mujer es el público, principalmente la comunidad, seguido del ámbito educativo y laboral. Mientras que la prevalencia de violencia en el hogar es mayor cuando la mujer inicia una unión conyugal o relación de pareja, inicia la primera relación sexual o tiene su primer embarazo antes de los 15 años.

En la investigación se analizaron los tipos y expresiones de violencia de género que se reproducen dentro del campus, así como los espacios y agentes reproductores de la violencia; al igual; que las causas que contribuyen a la reproducción, los resultados permitirán “delinear una propuesta para el abordaje de la problemática de violencia dentro del alma mater, una institución que de acuerdo a la investigación, no escapa a los sistemas heteropatriarcales y machistas”, dice la coordinadora de la investigación, maestra Ángela Rodríguez, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UES.

La consulta universitaria fue realizada a mujeres y hombres docentes, estudiantes, organizaciones estudiantiles, sindicatos, jefaturas y autoridades universitarias del campus central y Facultad Multidisciplinaria de Oriente, entre febrero y abril de 2018, se encuestó a 655 personas con un error muestral del 3.0% y un nivel de confianza del 98%. Para lograr un mayor contraste de la información se realizaron entrevistas, talleres y grupos focales con representantes de todos los sectores de la comunidad universitaria.

Los resultados arrojaron que en la UES se reproducen los siete tipos de violencia que contempla la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV), pero, las más frecuentes son la violencia psicológica y emocional con un 65.75% y la sexual en un 15.53%, además se encontró que son las mujeres con un 64.82% las que sufren más violencia de género en el recinto universitario; seguidas por la población LGBTI en un 34.66% y por los hombres en 18.52%.

A nivel de país los datos de la encuesta de la DIGESTYC arrojaron que en el caso de la violencia psicológica 5 de cada 10 mujeres la ha tenido en algún momento a lo largo de su vida y 2 de cada 10 en los últimos 12 meses, también arrojaron que en relación a la violencia sexual, 4 de cada 10 mujeres manifiesta haberla experimentado a lo largo de su vida, y solo 1 de cada 10 mujeres durante los últimos 12 meses. De ahí que si contrastamos los datos, Universidad y país, evidenciamos que la Universidad es solo una muestra de lo que la sociedad y el país representa en el tema de violencia.

Los espacios donde mayormente se reproduce la violencia en la UES, son las aulas 41.69%, cubículos 14.58% y oficinas un 10.02%, lo que contrasta con los datos que la DIGESTYC presentó a nivel nacional, en cuanto a la violencia que sufren las mujeres en sus hogares y en los espacios laborales y educativos.

Sobre las causas generadoras de la reproducción de la violencia de género, las personas consultadas dicen que se debe a las relaciones existentes de poder; aunado al desconocimiento de derechos por parte de la comunidad universitaria, el miedo, entre otras, otras condiciones que contribuyen a la reproducción de la violencia “son la indiferencia de la comunidad universitaria, los espacios solitarios y el desempeño de la seguridad del personal universitario, como los más determinantes”.

Formalmente en la Universidad se cuenta con marcos normativos a favor de las mujeres, como son la Política de Equidad de Género, el Primer Plan de Igualdad de Género y el Reglamento Disciplinario. Este último en su artículo 11 literal “p”, contempla como infracción grave la figura del acoso sexual, entendido como “las conductas inequívocas tendientes a obtener una relación sexual, manifestada en acechos o tocamientos rechazados por la otra persona, o promesas de promoción de una asignatura, o la obtención de un beneficio académico o administrativo a cambio de la concesión de un favor sexual…”, sin embargo no se encuentran tipificadas todas las expresiones de violencia que define la LEIV,

Los resultados de la investigación revelan que “pese a la vigencia de un marco normativo nacional y al interior de la UES sobre los derechos de las mujeres, a nivel de la comunidad universitaria no se tiene mayor conocimiento de las mismas, tampoco de las instancias internas responsables de la implementación de la legislación, así como del procedimiento a seguir para interponer una denuncia”.

Bajo estas premisas, se evidencia que hay retos importantes que deben superarse para mejorar esta situación de violencia de género y que son claves para ir erradicándola, comenzado por homologar toda la legislación universitaria con las leyes nacionales; crear unidades especializadas para la atención de violencia de género dentro de la UES en todos sus campus; así como crear campañas de difusión sobre los derechos de la población estudiantil y para dar a conocer las instancias encargadas de atender denuncias, concluyen las investigadoras.

Al mismo tiempo es preciso sensibilizar y capacitar a todo al personal encargado de atender las denuncias dentro de la UES, como Asamblea General Universitaria, Consejo Superior Universitario; Defensoría de los Derechos Universitarios, Rectoría, Juntas Directivas, Fiscalía, entre otras instancias.

Impulsar estas y otras acciones dicen las investigadoras de la Red de la UES, “permitirá que la Universidad se encamine a generar un ambiente propicio para el desarrollo de toda su comunidad, dando muestras de que una sociedad más justa e igualitaria es posible”.

La investigación fue realizada por un equipo de investigadoras representantes de las Facultades de Derecho, Facultad Multidisciplinaria de Oriente, Ciencias Económicas  y el Centro de Estudios de Género en el marco de la “Red de Investigación en Diferenciales de Género en la Educación Superior Iberoamericana”, a la que se sumó la Universidad de El Salvador en 2017.

Las mujeres nos atrevemos…

Por: Patricia Castro Fuentes, docente de la carrera de Antropología de la UES.

La larga y constante lucha que tantas y diferentes mujeres han emprendido en determi­nados momentos de la histo­ria y en distintas regiones del mun­do, han allanado el camino para que cada vez más mujeres se incorporen a la vida pública y puedan acceder a los espacios que por años han perte­necido a los hombres.

Por esa razón al revisar la histo­ria desde los lentes del feminismo, encontramos a muchas mujeres que han destacado en política, ciencias, artes, deportes y en la academia; sin embargo son invisibilizadas, y sus aportes son conocidos de manera parcial y minimizados por la socie­dad androcéntrica y patriarcal en la que vivimos.

Así, mujeres tan valiosas como Hipatia, Olimpia de Gouges, La Malinche, Sor Juana Inés de la Cruz, Frida Kahlo, Simone de Beauvoir Virginia Wolf, Gabriela Mistral, Rigoberta Menchú, Prudencia Aya­la, María Isabel Rodríguez, Ana Cristina López, por citar solamente algunas, han sido reconocidas lue­go de una ardua lucha por ganar espacios dentro de una sociedad que valora y tiene como medida de todas las cosas a los hombres.

De ahí que poco a poco, a través de los años las mujeres se han in­corporado a las universidades y con ello, han logrado grandes cambios y avances en la construcción de una sociedad más justa y equitativa en la que mujeres y hombres gocemos de los mismos derechos en igualdad de condiciones.

Las nuevas gene­raciones de mujeres debemos visibilizar a las primeras mujeres que accedieron a la educación superior en este país y desem­polvar los archivos de la UES para dar a conocer los nombres de esas mujeres que sin duda alguna, ven­cieron grandes obs­táculos para lograr su sueño.

Las primeras mujeres universitarias

Pasaron más de cuarenta años des­de la fundación de la UES en 1841, única universidad pública de este país; para que ingresara como estudiante una mujer. De esta manera, Antonia Navarro Huezo, sentó un precedente en la historia académica de El Sal­vador y Centroamérica al graduarse de Ingeniera Topógrafa en septiem­bre de 1889 y convertirse así, en la primera mujer salvadoreña en obte­ner un título universitario.

Datos del Archivo Central de la UES indican, que fue hasta el año de 1924 que otra mujer, Carlota Estévez, de origen guatemalteco obtiene el título de Doctora en Ci­rugía Dental.

En esa misma Facultad, en el año de 1938 se graduó Bertha Or­belina Gonzáles, en cuyo expe­diente se muestra la constancia de conducta intachable que el Alcalde de su domicilio extendió para que fuera presentado como requisito de ingreso a la citada Facultad. Pero al revisar los expedientes de los estu­diantes hombres de ese mismo año, tal constancia no era un requisito para ellos.

Es claro que hasta mediados del siglo pasado las mujeres que ingre­saron a la UES no sólo fueron muy pocas sino que además cumplie­ron requisitos “extras” que a sus pares hombres no les exigían, por consiguiente se puede intuir que el ambiente estudiantil de la época no alentaba a que más mujeres se inscribieran.

Hay grandes saltos de tiempo entre una y otra graduada y entre una y otra Facultad. De esta mane­ra, fue hasta 1932 que la Facultad de Química y Farmacia graduó a Esperanza Sofía Alvarenga como la primera mujer Doctora en Química y Farmacia; y es hasta 1945 que la Facultad de Medicina doctoró a la primera mujer: Stela Gavidia de Grabowski.

En el año 1952 la Facultad de Ju­risprudencia otorgó el grado de Doc­tora en Jurisprudencia y Ciencias Sociales a María Elena Barriere.

En la Facultad de Ciencias y Humanidades, fue en 1957 que Ma­ría Luisa Chenivesse se Licenció de Ciencias de la Educación y según el expediente de graduación de esa facultad, en ese mismo año también obtuvo el título de Licenciada en Filosofía.

A partir de la década de los 60 y 70 del siglo pasado, más muje­res ingresan a la UES, pero siguen siendo muy pocas en relación a los hombres que ingresaban y se gra­duaban.

Así en 1964, Clelia Castellón Juárez obtiene el título de Licen­ciada en Letras. En 1965, Carmen Dalia de Suárez en periodismo y en 1966 Leticia Calderón Alférez como psicóloga. En ese mismo año, Tula Querubina Henríquez de Paredes se gradúa como Licenciada en Ciencias Sociales y Ana Cristina Hinds de Narváez como arquitecta.

Estas y otras mujeres que han sido las primeras en las aulas de sus facultades y que se enfrentaron a un mundo dominado por hombres, son parte de nuestra historia y son parte de ese grupo que a fuerza de su tesón y esfuerzo prepararon el camino para que hoy por hoy en las aulas de la UES, las mujeres sea­mos mayoría.

Pero, cuando se trata de optar a cargos de decisión, la cuestión se invierte radicalmente, ya que son más los hombres que ejercen la do­cencia superior y por tanto más los que acceden a cargos de dirección, ya sean estos decanatos, vicerrecto­rías, rectoría y otros.

Esto sólo muestra que si las mujeres han tenido que esforzar­se por hacer las cosas bien como universitarias, cuando se trata de optar y competir por obtener y es­calar puestos de dirección, la lucha implica además, competir en con­diciones desiguales, ya que estos espacios están dominados y hechos por y para hombres.

Esto significa que la sociedad no ha creado las condiciones para que las mujeres se desprendan de su doble o triple función como madres, trabajadoras y adminis­tradoras de los espacios domésti­cos, por el contrario; las mujeres que acceden a cargos de dirección tienen, además de cumplir con las obligaciones que su cargo les im­pone, con las que su rol de género les asigna.

 Primera Decana

Al revisar los registros de go­biernos universitarios, encontra­mos que es hasta 1967 que una mu­jer ocupa el cargo de Decana de la Facultad de Medicina y es hasta el año de 1999 que una mujer llega a la Rectoría de esta Universidad.

En ambos casos esa mujer es la Doctora María Isabel Rodríguez, cuya trayectoria académica y cien­tífica ha sido reconocida nacional e internacionalmente con los Doc­tortados Honoris Causa de las uni­versidades de Guadalajara, UCA de El Salvador, Nacional de Córdoba, Argentina y San Carlos de Guate­mala.

Así como las más altas distin­ciones como la Orden de la Legión de Honor de Francia, El Águila Az­teca de México y la Orden Gabriela Mistral de Chile, entre otros.

Presidenta de la AGU

En la Asamblea General Uni­versitaria (AGU) es hasta el año de 1995 que la Licenciada Glendy Ruth Araniva, representante del sector docente, logra la presidencia de ese organismo y es hasta el año 2007, que la Doctora Claudia Iveth Cerna, representante del sector profesional no docente es electa presidenta del mismo organismo.  Diez años después otra mujer logra llegar a la presidencia de la AGU (período 2017-2019), la Licenciada Josefina Sibrián de Rodríguez, representante del sector docente.

 

Decanas

En el caso de los Decanaturas, en la Administración de la UES 2003-2007, de doce Fa­cultades, solamente cuatro fueron ocupados por mujeres.  En la ad­ministración 2007-2011 solamente la Facultad de Medicina fue dirigida por una mujer, al igual que en período 2011-2015 que solo la Facultad de Química y Farmacia fue dirigida por una mujer.  Para el 2015-2019, tres de las doce decanaturas son dirigidas por mujeres.

En suma, cuando se trata de es­tar en la dirección de espacios las posibilidades se estrechan, pero queda demostrado que las mujeres se atreven a romper con lo estable­cido para lograr mejores condicio­nes; queda claro, además, que ven­cen obstáculos y derriban barreras a veces impenetrables que dan pie a que más mujeres nos atrevamos a romper con las ataduras del patriar­cado y comencemos a dar valor a nuestro trabajo y al trabajo de otras mujeres.

Ahora como producto de esas luchas, es común ver a las muje­res en las universidades, dirigiendo empresas, ocupando cargos públi­cos como presidentas, diputadas, alcaldesas o ejerciendo como médi­cas, ingenieras, físicas, economis­tas y astronautas, entre otras profe­siones.

Además, salimos solas a fiestas y podemos decidir con quién casar­nos y hasta si queremos tener o no hijas e hijos. Pero todas esas liber­tades de las que ahora gozamos, los derechos que ahora podemos hacer valer y los espacios públicos a los que podemos acceder, son el resul­tado de una larga lucha de mujeres valientes, decididas y visionarias, que se atrevieron a transgredir las normas establecidas y a dar la ba­talla en la lucha por demostrar que las diferencias entre hombres y mu­jeres son el resultado de procesos de socialización y no un Mandato divino.

Factores sociales y comunitarios condicionan que mujeres y hombres accedan a la Ingeniería Eléctrica o Mecánica

Redacción: Roselia Núñez

Factores sociales y comunitarios, así como familiares y educativos, son algunos de los condicionantes de género que influyen en que mujeres y hombres opten o desistan por estudiar o ejercer la docencia en carreras como las ingenierías eléctrica o mecánica, tradicionalmente estudiadas por hombres.

Así lo revela la investigación Factores de género condicionantes del ingreso y permanencia, en el estudiantado y profesorado de las ingenierías eléctrica y mecánica de la UES. Acciones para la igualdad», presentada por la Red de Investigadoras de la Universidad de El Salvador en el VII Seminario Internacional de Género desarrollado en Honduras del 6 al 8 de mayo de 2019.

«Históricamente la presencia de mujeres en las llamadas ciencias duras ha sido limitada, lo que se explica por la prevalencia y reproducción del sistema patriarcal y machista, que recae sobre el cuerpo de las mujeres y determina su participación en el espacio público y privado», explica la Maestra Ángela Rodríguez, coordinadora de la Red de Investigadoras de la UES.

Para el Ciclo I – 2019, la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UES tiene un total de 5 mil 995 persona inscritas, de ellas 1 mil 798 son mujeres (30.0%) y 4 mil 197 hombres (70.0%), la brecha se profundiza en las ingenierías mecánica y eléctrica, ya que la participación de mujeres inscritas es apenas de 11.95% y 8.27% respectivamente. Para ese mismo ciclo labora un total de 25 profesionales, sumando las dos escuelas, de ese total solamente se tiene a una mujer como profesora a tiempo completo.

El ingreso de mujeres a las ingenierías eléctrica y mecánica de acuerdo al estudio, está determinada por la percepción estereotipada que la sociedad tiene sobre dichas carreras, originada en la familia y reproducida por el sistema educativo, los medios de comunicación, la iglesia entre otros, espacios que condicionan y ubican a las mujeres en tareas relacionados con el cuidado, por tanto el percepción de creer que estas ingeniarías son solo para hombres, obedece a la idea errónea que las “mujeres no pueden andar subidas en los postes, o andar solas en los terrenos” o “estar en un ambiente grasoso de talleres, donde solo hay hombres y se usa un lenguaje no apropiado para las mujeres”.

Llegar a estos resultados fue posible con información recogida en grupos focales y entrevistas en la que participaron estudiantes y profesorado de las dos ingenierías y autoridades de las ingenierías eléctrica y mecánica y de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UES.

A partir de esta investigación, la Red ha diseñado acciones de mejora con el objetivo de contribuir a la reducción de las brechas de género en particular de las carreras de ingenierías eléctrica y mecánica y en general de toda la Universidad.

Entre los primeros resultados, está la elaboración de una Guía Básica de Lenguaje Inclusivo, cuyo propósito es facilitar el uso de un lenguaje inclusivo desde las comunicaciones internas y externas que se generen desde la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UES, de igual manera se tiene una propuestas para el desarrollo de acciones orientadas a la sensibilización, formación y profesionalización sobre el tema de género, feminismo y nuevas masculinidades.

Ésta es la segunda investigación que realiza la Red de la Universidad de El Salvador. La primera la desarrolló en 2018 con el título “La Universidad de El Salvador como espacio de reproducción de la Violencia de Género».

La UES forma parte de esta red desde 2017 que en la actualidad participan 53 Universidades de América Latina, El Caribe y Alicante, España. La de investigadoras de la UES para el 2019 la conforman profesionales del Centro de Estudios de Género, Facultades de Ciencias Económicas, Jurisprudencia y Ciencias Sociales y Bienestar Universitario.