Universidad es reflejo del país en Violencia de Género

Por: Roselia Núñez

Con el fin de brindar un aporte para el logro de la igualdad y la erradicación de la violencia contra las mujeres, a través de propuestas que fomenten una cultura de igualdad y respeto en la UES, la Red de Investigadoras en Diferenciales de Género del alma mater, con el apoyo del Centro de Estudios de Género desarrollaron la investigación “La Universidad de El Salvador como espacio de reproducción de la Violencia de Género»

Las investigaciones relacionadas con la violencia hacia las mujeres en el ámbito académico, se realizan desde hace años en países desarrollados, las que han permitido evidenciar que la violencia de género nace y se aprende en la sociedad, desde la infancia misma y se replica a lo largo de la vida, siendo las mujeres las más violentadas.

En ese sentido, es prioritario el abordaje de estos temas que trascienden y se reafirmar en muchos espacios como por ejemplo a través de la música, programas juveniles de televisión tanto nacional como internacional, las telenovelas, películas, programas infantiles, en las iglesias, en escuelas y colegios, es decir en todos los niveles de la sociedad las mujeres sufren de cualquier tipo y expresión de violencia.

De hecho, no es casual que a la fecha en El Salvador, haya más de 227 feminicidios (enero a julio de 2018, según datos de la PNC), sin que existan medidas concretas o efectivas encaminadas a erradicar este grave problema. De acuerdo a la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) quien presentó la Encuesta Nacional de Violencia Contra la Mujer 2017, 67 de cada 100 mujeres reportaron haber sido agredidas alguna vez durante su vida. De estas, 34 fueron agredidas en los doce meses previos a la encuesta.

Asimismo, los datos de la DIGESTYC indican también que el ámbito donde se presenta mayor prevalencia de violencia contra la mujer es el público, principalmente la comunidad, seguido del ámbito educativo y laboral. Mientras que la prevalencia de violencia en el hogar es mayor cuando la mujer inicia una unión conyugal o relación de pareja, inicia la primera relación sexual o tiene su primer embarazo antes de los 15 años.

En la investigación se analizaron los tipos y expresiones de violencia de género que se reproducen dentro del campus, así como los espacios y agentes reproductores de la violencia; al igual; que las causas que contribuyen a la reproducción, los resultados permitirán “delinear una propuesta para el abordaje de la problemática de violencia dentro del alma mater, una institución que de acuerdo a la investigación, no escapa a los sistemas heteropatriarcales y machistas”, dice la coordinadora de la investigación, maestra Ángela Rodríguez, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UES.

La consulta universitaria fue realizada a mujeres y hombres docentes, estudiantes, organizaciones estudiantiles, sindicatos, jefaturas y autoridades universitarias del campus central y Facultad Multidisciplinaria de Oriente, entre febrero y abril de 2018, se encuestó a 655 personas con un error muestral del 3.0% y un nivel de confianza del 98%. Para lograr un mayor contraste de la información se realizaron entrevistas, talleres y grupos focales con representantes de todos los sectores de la comunidad universitaria.

Los resultados arrojaron que en la UES se reproducen los siete tipos de violencia que contempla la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV), pero, las más frecuentes son la violencia psicológica y emocional con un 65.75% y la sexual en un 15.53%, además se encontró que son las mujeres con un 64.82% las que sufren más violencia de género en el recinto universitario; seguidas por la población LGBTI en un 34.66% y por los hombres en 18.52%.

A nivel de país los datos de la encuesta de la DIGESTYC arrojaron que en el caso de la violencia psicológica 5 de cada 10 mujeres la ha tenido en algún momento a lo largo de su vida y 2 de cada 10 en los últimos 12 meses, también arrojaron que en relación a la violencia sexual, 4 de cada 10 mujeres manifiesta haberla experimentado a lo largo de su vida, y solo 1 de cada 10 mujeres durante los últimos 12 meses. De ahí que si contrastamos los datos, Universidad y país, evidenciamos que la Universidad es solo una muestra de lo que la sociedad y el país representa en el tema de violencia.

Los espacios donde mayormente se reproduce la violencia en la UES, son las aulas 41.69%, cubículos 14.58% y oficinas un 10.02%, lo que contrasta con los datos que la DIGESTYC presentó a nivel nacional, en cuanto a la violencia que sufren las mujeres en sus hogares y en los espacios laborales y educativos.

Sobre las causas generadoras de la reproducción de la violencia de género, las personas consultadas dicen que se debe a las relaciones existentes de poder; aunado al desconocimiento de derechos por parte de la comunidad universitaria, el miedo, entre otras, otras condiciones que contribuyen a la reproducción de la violencia “son la indiferencia de la comunidad universitaria, los espacios solitarios y el desempeño de la seguridad del personal universitario, como los más determinantes”.

Formalmente en la Universidad se cuenta con marcos normativos a favor de las mujeres, como son la Política de Equidad de Género, el Primer Plan de Igualdad de Género y el Reglamento Disciplinario. Este último en su artículo 11 literal “p”, contempla como infracción grave la figura del acoso sexual, entendido como “las conductas inequívocas tendientes a obtener una relación sexual, manifestada en acechos o tocamientos rechazados por la otra persona, o promesas de promoción de una asignatura, o la obtención de un beneficio académico o administrativo a cambio de la concesión de un favor sexual…”, sin embargo no se encuentran tipificadas todas las expresiones de violencia que define la LEIV,

Los resultados de la investigación revelan que “pese a la vigencia de un marco normativo nacional y al interior de la UES sobre los derechos de las mujeres, a nivel de la comunidad universitaria no se tiene mayor conocimiento de las mismas, tampoco de las instancias internas responsables de la implementación de la legislación, así como del procedimiento a seguir para interponer una denuncia”.

Bajo estas premisas, se evidencia que hay retos importantes que deben superarse para mejorar esta situación de violencia de género y que son claves para ir erradicándola, comenzado por homologar toda la legislación universitaria con las leyes nacionales; crear unidades especializadas para la atención de violencia de género dentro de la UES en todos sus campus; así como crear campañas de difusión sobre los derechos de la población estudiantil y para dar a conocer las instancias encargadas de atender denuncias, concluyen las investigadoras.

Al mismo tiempo es preciso sensibilizar y capacitar a todo al personal encargado de atender las denuncias dentro de la UES, como Asamblea General Universitaria, Consejo Superior Universitario; Defensoría de los Derechos Universitarios, Rectoría, Juntas Directivas, Fiscalía, entre otras instancias.

Impulsar estas y otras acciones dicen las investigadoras de la Red de la UES, “permitirá que la Universidad se encamine a generar un ambiente propicio para el desarrollo de toda su comunidad, dando muestras de que una sociedad más justa e igualitaria es posible”.

La investigación fue realizada por un equipo de investigadoras representantes de las Facultades de Derecho, Facultad Multidisciplinaria de Oriente, Ciencias Económicas  y el Centro de Estudios de Género en el marco de la “Red de Investigación en Diferenciales de Género en la Educación Superior Iberoamericana”, a la que se sumó la Universidad de El Salvador en 2017.

El sexismo en los medios de comunicación es violencia hacia las mujeres

Por. Roselia Núñez

Fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de la mujer en los medios de difusión, es uno de los objetivos acordados en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, desarrollada en Beijing, China en 1995.

Para este objetivo planteado en dicha conferencia, es importante que los gobiernos y las organizaciones internacionales adopten medidas encaminadas a fomentar la investigación y la aplicación de una estrategia de información, educación y comunicación orientada a estimular la presentación de una imagen equilibrada de las mujeres y las jóvenes y de las múltiples funciones que ellas desempeñan.

Así también, a fomentar una capacitación que tenga en cuenta los aspectos relacionados con el género para el sector profesional de los medios de difusión, incluidos “los propietarios y los administradores, a fin de alentar la creación y la utilización de imágenes no estereotipadas, equilibradas y diferenciadas de la mujer en los medios de difusión”, se lee en el documento.

Otras de las medidas que han de adoptar los gobiernos y las organizaciones internacionales, siempre y cuando no atenten contra la libertad de expresión, es alentar a los medios de difusión a que se abstengan de presentar a la mujer como un ser inferior y de explotarla como objeto sexual y bien de consumo, en lugar de presentarla como un ser humano creativo, agente principal, contribuyente y beneficiaria del proceso de desarrollo.

Pero qué avances han habido desde 1995 hasta la fecha. Si revisamos los medios de comunicación nacionales tanto escritos como televisivos y radiales no ha habido muchos cambios. Una de las formas más discriminatorias e irrespetuosas hacia las mujeres se da a través del sexismo.

El sexismo como violencia hacia las mujeres

En el tema del sexismo una de las formas más evidentes es la falta de lenguaje incluyente, aunado al uso de la imagen de la mujer como objeto de placer sexual. Basta con ver los anuncios de publicidad donde se ve a una mujer con poca ropa ofreciendo artículos como llantas, automóviles, licor, baterías para autos, teléfonos móviles, entre otros.

Para Vilma Vaquerano, Coordinadora del Área de Comunicaciones de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), el uso de la imagen de la mujer en la publicidad sexista forma parte de las manifestaciones de violencia, ya que “reproduce paradigmas discriminatorios contra las mujeres, lo cual debería ser censurada socialmente como lo son los delitos y las agresiones sexuales”.

En el tema del tratamiento de la imagen de la mujer no podemos dejar de lado el uso del binomio mujer-madre de familia, “porque se ha comprobado que una de las causas de violencia en el hogar o que limita las posibilidades de superación de las mujeres es el trabajo reproductivo”.

Para Vaquerano, es lamentable ver cómo un anuncio de un suavizante presenta a una mujer esclavizada del trabajo reproductivo, mientras que el papá y el niño se preparan para ir a jugar. Ante eso, la mujer se queda en una situación de tristeza, pero aparece el suavizante que la va a “liberar” de esa responsabilidad que por años ha recaído en ella, cuando sabemos que tiene que ser un acuerdo entre los miembros de la familia.

En ese sentido es de cambiar la forma de hacer publicidad, ya que por medio de anuncios como ese, presentan un mensaje equivocado de cuál es la solución a esta problemática, ya que entonces se dejan de lado las responsabilidades de los miembros masculinos en el hogar, obviando que debe haber una corresponsabilidad en las tareas de la casa.

No es cierto que la mujer nació para ser madre y hacerse cargo de lavar, planchar, hacer la comida, la limpieza del hogar, etc. Tampoco es cierto que el hombre no esté apto para hacer esas cosas, lo que sucede es que el sistema patriarcal se ha encargado de hacer ver que todo eso es natural.

Como lo apunta Ana Jorge Alonso en su libro “Mujeres en los medios, mujeres de los medios”, ha habido una lenta transformación de las imágenes que la sociedad proyecta de las mujeres. Mucha más lenta si lo comparamos con las transformaciones socioeconómicas y tecnológicas sufridas por la sociedad occidental durante los siglos XIX y XX”, agrega.

Y lo mismo puede decirse de los medios de comunicación, los cuales no han avanzado conforme a la realidad y la imagen que las mujeres tienen de sí mismas, al margen de las imágenes construidas por los hombres.

Los medios de comunicación como formadores y educadores

En el tema que nos ocupa está la responsabilidad social de los medios de comunicación, ya que como parte de su función formativa y educativa deberían adoptar formas de lenguaje ya sea escrito o televisivo respetuosos de la imagen de las mujeres y no discriminatorio contra las mujeres, recalca Vaquerano.

De acuerdo a ella, las agencias de publicidad deben tomar conciencia que una forma de discriminación contra las mujeres es el uso de la imagen de ellas como objeto sexual. En ese sentido, los medios de comunicación deben estar conscientes que tienen una responsabilidad de modificar las formas de uso de la imagen de las mujeres, así como progresar de un lenguaje sexista a un lenguaje incluyente.

Tomando en cuenta que los medios de comunicación son un espejo de la sociedad y todos estos factores culturales que tenemos en nuestra cabeza y lenguaje se traducen a la palabra escrita, “el llamado es a que periodistas mujeres y hombres comencemos desde nuestros escritos, dando el primer paso en construir un lenguaje más equitativo para las mujeres”.

Un llamado desde la academia a la Dirección General de Espectáculos Públicos del Ministerio de Gobernación de El Salvador, a tener una función más protagónica en el tema, ya que la emisión diaria en televisión contiene programas y publicidad donde prima el sexismo y la denigración de la imagen contra la niñez, la juventud y la mujer.

En la Plataforma de Acción, aprobada por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, celebrada en 1995 se sostiene entre otras cosas, que lo gobiernos y las organizaciones internacionales en la medida en que no atenten contra la libertad de expresión, deben “fomentar la idea de que los estereotipos sexistas que se presentan en los medios de difusión son discriminatorios para la mujer, degradantes y ofensivos, así como adoptar medidas efectivas, que incluyan normas legislativas pertinentes, contra la pornografía y la proyección de programas en los que se muestren escenas de violencia contra mujeres, niñas y niños en los medios de difusión.

Aún cuando el tema del sexismo y la violencia contra las mujeres en los medios de comunicación es bastante complejo, sí pueden hacerse cambios. Una forma es comenzando a modificar la forma de escribir, a través del lenguaje inclusivo.

A juicio de Vaquerano, la mayor responsabilidad cae en editoras y editores, pero sobre todo en las y los propietarios de los medios de comunicación. Así también en el personal de campo que escribe a diario, “sabemos que muchas veces las ediciones modifican la forma de escribir, pero si estamos sensibilizadas y sensibilizados, habrá cambios en la forma de hacer comunicación y presentar la realidad”.

Un llamado también al sector docente de las comunicaciones a desarrollar acciones positivas como “incorporar la perspectiva de género en la planificación de las actividades académicas para garantizar condiciones de equidad para las mujeres”, tal y como lo manda la Política de Equidad de Género de la Universidad de El Salvador.

Mujeres, familia y trabajo

Por: Claudia María Melgar de Zambrana, Defensora de los Derechos Universitarios (2011-2015 – 2015-2019)

Los derechos humanos de las mujeres se basan en una serie de principios generales de interpretación, uno de estos es el derecho a ser sujetas con ciudadanía plena para la toma de decisiones y administración de su vida.

De estos derechos se derivan otros más, como el derecho a la familia y la maternidad.  Los artículos 1, 2 y 32 de la Constitución de la República de El Salvador garantizan a la persona humana su derecho a la vida, la integración física y moral, así como el deber del Estado de dictar la legislación necesaria para la protección de los integrantes de la familia y crear los organismos y servicios apropiados para su bienestar y desarrollo social, cultural y económico.

Pero la realidad muestra lo contrario, la cultura machista imperante de los estados ha generado que las mujeres históricamente hayamos sido discriminadas en diferentes ámbitos y por diferentes situaciones, ya sea cultural o simplemente por desigualdad de condiciones que a raíz del mismo rol histórico de la mujer se dan en nuestras vidas.

Es difícil igualar oportunidades con las de un hombre en el ámbito profesional cuando se es mujer, pero no imposible, pues  la igualdad de oportunidades en relación a los hombres al desempeñar un rol profesional es más complicado siempre para una mujer cuando tenemos a cargo diferentes roles: profesional, esposa y madre, o a lo mejor solo el de madre soltera y profesional, o mujer sola profesional, en todos los casos es una labor titánica, pues aunque se diga que tenemos iguales derechos, el ejercerlos se vuelve mucho más complicado para una mujer que tiene que desempeñar ese rol de madre.

Sin lugar a dudas las mujeres en los últimos 20 años hemos ido conquistando, descubriendo e incorporando derechos fundamentales, pero restringidos en su ejercicio,  en la medida que la ciudadanía no tiene el mismo valor para los distintos sectores sociales, la complejidad de conceptos que generan desigualdades estructurales como clase, raza, género, edad, opciones sexuales, maternidad, etc.

El desarrollo y la expansión de los derechos de las mujeres pueden darse por decisión de las élites dominantes en muchos casos o por presión desde abajo o en combinación de ambas. La aspiración a gozar plenamente de nuestros derechos de ciudadanas plenas está en referencia a nuestras conquistas; descubriendo, incorporando y ejercitando en nuestra  lucha por ampliarles, pues siempre serán restringidos.

Sin embargo podemos exigirlos desde nuestro ámbito profesional y en cada uno de los roles que desempeñamos las mujeres tomando en cuenta que muchos de esos roles debieran ser considerados para darnos un trato diferente con el objeto de llegar a ponernos en igualdad de oportunidades.

Deconstruir las relaciones de poder que dan soporte a la ideología de la superioridad masculina es una labor grande de este Centro de Género. En la cual todas y todos en la comunidad universitaria podemos hacer la lucha aunque no es tarea fácil ni su final está garantizado.

La historia nos demuestra que todo esto no es suficiente, que se necesitan además mecanismos institucionales y democráticos fuertes que garanticen su cumplimento y sancionen  a los que violen dichas normas.

En este sentido la educación adquiere una particular relevancia con estudios que promuevan acciones que favorezcan el cumplimiento real de los derechos de la mujer que elige responsablemente formar una familia y su derecho a la maternidad.

En este ámbito es donde las mujeres realizamos la llamada triple jornada. Por una parte se nos reconoce el trabajo productivo pero no así el trabajo en la esfera doméstica, este no se ve, no se cuenta, no se paga, no se protege.

Existe una negación de la sociedad a esta parte de trabajo, el cual, no es exclusivo de la mujer, ya que debe existir una corresponsabilidad tanto de mujeres, como de hombres en la familia.

Que se pueda conciliar trabajo, familia y profesión, supone un cambio socioeconómico, donde el Estado y la sociedad no invisibilice el trabajo del cuidado en la esfera doméstica.

Hoy no se reconoce socialmente ni económicamente como un trabajo, sino el desempeño “natural” de las mujeres en el hogar.    Por otra parte, en muchos países existe una clara discriminación y violación a las mujeres, cuando en la selección de personal de las empresas no por razón de sexo, sino por el hecho de ser o poder llegar a ser madre no son contratadas.

En investigaciones hechas en España, el 86 por ciento de los casos y ante candidatos con las mismas aptitudes, los seleccionadores prefieren hombres jóvenes. Sin embargo, cuando el puesto requiere madurez y edad es superior, haber sido madre empieza a ser un punto a favor.

En este sentido, cabría hablar del derecho a la diferencia como derecho de las mujeres a integrarse en la vida pública y laboral, teniendo en cuenta su maternidad. Esas diferencias entre las mujeres tienen que ser la base de una nueva reestructuración de las condiciones de trabajo.

Pero de poco serviría este cambio si el hombre no descubre y ejerce plenamente su paternidad de manera responsable y complementaria a la maternidad.  Por lo que urge la sensibilización y educación de los hombres.

Hay una masculinidad asignada al hombre que está asociada a la fuerza, la violencia, a la agresividad, la potencia, la inteligencia. Bajo ese mandato social “el hombre” continuamente debe probarse y probar que ha logrado el anterior modelo definido de ser hombre.

Sin la construcción de mecanismos que nos lleven a superar esos modelos será muy difícil una igualdad de hombre y mujeres, mucho menos conciliar trabajo, familia y profesión, pues necesitamos la complicidad del hombre.

En otro sentido, otra violación que se da en contra de las mujeres que eligen la maternidad es que al quedar embarazadas son despedidas a priori <<por bajo rendimiento, desinterés por la empresa o escaso compromiso>>. Esta práctica sigue existiendo <<de facto>> a pesar que violente nuestra ley y tratados internacionales.

El derecho a la familia como a la maternidad, obliga  al Estado como a todas las instituciones realizar políticas de apoyo a las familias, como serían, abrir guarderías, despensas, jornadas de refuerzos académicos para los hijos e hijas de empleadas y empleados.

La puesta en marcha de modelos de igualdad de oportunidades, entendiéndola como  igualdad en la diferencia. Las mujeres –dicen- no sólo deben estar; sino intervenir en las leyes que hacen referencia a ellas mismas y a la situación derivada de su maternidad.

Sólo desde la complementariedad igualdad en la diferencia-, mujeres y hombres pueden hacer la cultura, la empresa y la familia juntos. Con una legislación de igualdad de oportunidades,  cada uno será capaz de aportar modos específicos de ser y de actuar para enriquecimiento mutuo. Así como cualquier niño necesita del amor y la atención tanto de su padre como de su madre, el mundo del trabajo y la vida social también lo necesitan.

El mundo laboral, a su vez, reclama la presencia de la mujer-madre para estar en función de la persona y la familia. Ningún sexo está librando una batalla para desplazar al otro en la familia, en el trabajo, en la cultura o en la sociedad. Se trata de sumar, compartir y perfeccionar la vida que al fin y al cabo es de los dos. Y siempre bajo el lema de la libertad, pero una libertad responsable que busca la cooperación y se basa en el respeto. Ningún poder institucional puede marcar el signo de esta revolución silenciosa, tan sólo deben tener la sensibilidad suficiente para saber lo que está pasando y favorecer un marco social y legal que facilite nuevas formas de organización laboral y social que contemplen a la familia como un núcleo esencial, protegible dentro de la sociedad, pero, a la vez, dinámico y participativo.

Por otra parte para conciliar trabajo, familia y profesión hay que avanzar hacia un feminismo integrador, de la complementariedad y la cooperación entre mujeres y hombres en  todos los ámbitos de la vida –familia, cultura, empresa y sociedad-.

Según el artículo 16, 3: La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad.  La Carta de Derechos de la Unión Europea, establece que la principal prioridad en política familiar es la puesta en marcha de medidas que permitan conciliar la vida familiar y profesional.  Por lo que hay que cambiar el curso del  razonamiento económico: en lugar de pensar a corto plazo: lo que cuesta la familia en ayudas directas e indirectas, en políticas familiarmente responsables y en nuevas modalidades de contratos, deberían  pensar a largo plazo: lo que cuesta la no-familia a la vista de que la pirámide de todos las problemas que pueden generar, más violencia y delincuencia juvenil.

CEG-UES presenta Plan de Igualdad de Género

Redacción y fotografía: Roselia Núñez

En el marco del 173 aniversario de fundación de la Universidad de El Salvador, celebrado por las autoridades centrales de la UES, la Maestra Margarita Rivas, Directora del Centro de Estudios de Género formó parte del foro “La Universidad de El Salvador y su compromiso por el respeto a los Derechos Humanos” el 19 de febrero de 2013 donde presentó el Primer Plan de Igualdad de Género de la Universidad de El Salvador.

“Conscientes de la responsabilidad que le corresponde a la Universidad de El Salvador como la única Universidad Pública y como parte del Estado Salvadoreño para cumplir con las normativas nacionales e internacionales a favor de las mujeres y lograr incidir en las transformaciones de esta cultura androcéntrica, que provoca tanta desigualdad e injusticia, el Centro de Estudios de Género ha desarrollado el Primer Plan de Igualdad de Género de la Universidad de El Salvador (UES)”, dijo durante su intervención la maestra Rivas.

El Plan de Igualdad de Género ha sido realizado “para fortalecer y orientar el trabajo de la Unidad y hacer operativa la Política de Equidad de Género con que cuenta la Universidad de El Salvador por acuerdo de Consejo Superior Universitario desde el año 2007, además de dar cumplimiento con los compromisos adquiridos por la Universidad a favor de la igualdad de género ante el consorcio “Fortalecimiento del Liderazgo Femenino de las Instituciones de Educación Superior y la Sociedad” por sus siglas en inglés llamado EQUALITY, del cual la Universidad de El Salvador forma parte junto a 17 universidades latinoamericanas y 4 europeas.  El proyecto EQUALITY esta financiado por la unión europea en el marco del programa alfa.

El Plan de Igualdad de Género partió con un diagnóstico de la situación de las mujeres en la Universidad que entre otras cosas resaltó la necesidad de impulsar la participación de las mujeres en espacios donde está poco representada como las carreras de las áreas de la ciencia y tecnología, como investigadoras en todas las áreas del conocimiento, entre otras y en especial promover su representación en la Toma de Decisiones y Gestión en la Universidad.

El proceso de planificación para la construcción del Plan se realizó en varias sesiones, que consistieron en talleres con el equipo de trabajo del CEG, universitarias aliadas entre docentes y trabajadoras de la Universidad y el apoyo de Las Dignas con la conducción de la maestra Deysi Renderos, docente del Departamento de Matemática y Estadísticas de la Facultad de Ciencias Económicas.

Los talleres fueron “visiones compartidas” sobre las funciones del CEG-UES”, “Análisis ETPO (éxitos, tropiezos, potencialidades, obstáculos) desde la creación del Centro hasta el presente”, “Identificación de líneas estratégicas para el período 2014-2015, “formulación y priorización de líneas estratégicas y “Formulación de plan año (algunas proyecciones 2014-2015)”.

El Plan se articula en seis ejes, 1. Institucionalización de la Política de Equidad de Género, 2. Soporte al desarrollo académico, 3. Apoyo al desarrollo de la investigación, 4. Fortalecimiento de alianzas estratégicas, 5. Fortalecimiento interno del CEG-UES y 6. Visibilidad, sensibilización y comunicación, cada uno de los cuales contempla 69 acciones para su cumplimiento.

Este Plan de Igualdad de Género “está en concordancia con el Plan Estratégico 2013 – 2023 presentado por las Autoridades Centrales de la Universidad con esa visión de inclusividad que contiene su plan y da cumplimiento a la Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación para las Mujeres con lo que la Universidad toma acciones concretas para la superación de la marginalidad social de las mujeres y se coloca en la vanguardia con respecto a las universidades del país y las instituciones del Estado Salvadoreño en dicho cumplimiento”.

Dentro de las estrategias para llevar a cabo el Plan, se cuenta con el diseño de un Plan de divulgación tanto al interior de la UES como hacia el exterior que iniciará el 8 de marzo, Contamos con el apoyo de nuestras autoridades centrales y no dudamos del apoyo de los organismos de gobierno universitario centrales como de facultades.

Como Centro de Estudios de Género se cuenta con un estrecho vínculo con universitarias y universitarios aliados de diferentes facultades entre docentes y estudiantes y con las organizaciones de mujeres y feministas del país que nos han apoyado desde el nacimiento. “Estamos convencidas que para lograr los cambios que este plan se propone es necesario del apoyo de toda la comunidad universitaria para que podamos decir con toda solvencia “Hacia la Libertad por una Cultura sin Discriminación, ni Violencia”.