El Salvador: La necesidad de un debate científico y ético sobre salud sexual y reproductiva

Por. Julia Evelyn Martínez

La autora es economista feminista y profesora de la escuela de economía de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador.

En el año 1633 Galileo Galilei fue condenado por el Sagrado Oficio de la Iglesia Católica   por la publicación de su obra “Diálogo acerca de los dos sistemas principales del mundo: el tolemaico y el copernicano”,  en la que se adhirió  a la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico, que había sido declarada  en 1616 como herejía.  Treinta y tres años antes, el Sagrado Oficio había condenado a Giordano Bruno a ser quemado en la hoguera por  afirmar que el Universo era infinito y que el sol era apenas una estrella entre millones.

En el acta de acusación de Galileo se lee el siguiente párrafo: “ La doctrina de que la Tierra no se halla en el centro del universo ni está inmóvil sino  que gira, incluso en una rotación diaria, es absurda; es falsa desde el punto de vista psicológico y teológico y constituye, cuando menos, una ofensa a la fe”.

En un primer momento, el talante científico de Galileo se sobrepuso al miedo a la  inquisición y escribió un discurso de defensa en el que coloca a la ciencia y la razón por encima de los dogmas y la superstición. En un párrafo de este discurso se lee: “Se condena la doctrina que postula que la Tierra se mueve y el Sol está fijo, porque las Escrituras mencionan en muchos pasajes que el Sol se mueve y la Tierra permanece fija… Afirman los piadosos que las Escrituras no pueden mentir. Pero nadie negará que con frecuencia son abstrusas y su verdadero significado difícil de comprender; su importancia va más allá de las meras palabras. Opino que, en la discusión de los problemas naturales, no deberíamos empezar por las Escrituras, sino por los experimentos y las demostraciones”.

Sin embargo, meses después, cuando la hoguera se perfilaba como el posible desenlace de su enfrentamiento con el Vaticano, el pragmatismo se impuso  al espíritu científico de Galileo. Se retractó públicamente  y admitió que “habiendo sido amonestado por el Sagrado Oficio para que abandone por completo la falsa opinión de que el Sol se halla en el centro del universo y está inmóvil y de que la Tierra no ocupa el centro del mismo sino que se mueve… he sido… sospechoso de herejía, es decir, de haber manifestado y creído que el Sol es el centro del universo y está fijo, y que la Tierra no ocupa el centro del mismo sino que gira… Yo abjuro con toda sinceridad y con genuina fe, execro y detesto los mismos pecados y herejías y, en general, todas y cada una de las ofensas y sectas contrarias a la Santa Iglesia católica”.

Ciertamente Galileo corrió  mejor suerte que Gordiano Bruno, pero a cambio debió aceptar un deshonroso exilio en Florencia,  que si bien el permitió seguir investigado y desarrollado sus teorías, le condenó a vivir hasta el final de sus días con la certeza que la teoría heliocéntrica no estaba equivocada pero que tenía que mantener la boca cerrada para “no hacer olas”, ni cuestionar públicamente la posición de la iglesia.

Trecientos cincuenta años después, el Papa Juan Pablo II  informó al mundo que después de una investigación minuciosa se había tomado la decisión de  rehabilitar históricamente la vida y obra científica de Galileo, poniendo así punto final a este penoso pasaje de la historia de la relación entre religión y ciencia, que quedo así relegado a un simple  “malentendido que pertenece al pasado”.

En el dictamen de la Comisión del Vaticano que recomendó la rehabilitación de Galileo se señala que «la abjuración del sistema copernicano por parte de Galileo se debió esencialmente a su personalidad religiosa, que pretendía obedecer a la Iglesia aunque ésta estuviera en el error. Galileo no quería ser un hereje, no quería exponerse a la condenación eterna, y por tanto aceptó la abjuración para no pecar.» Es decir, que para la Comisión del Vaticano, la gran enseñanza de Galileo consistió en su decisión de abjurar de su teoría, no por creer que estaba equivocado, sino para no desobedecer a la Santa Madre Iglesia.

Muchas veces creemos que con la llegada de la Ilustración o del postmodernismo,  historias como las de Galileo Galilei pertenecen a un obscuro pasado, al cual la humanidad no podrá retroceder jamás. Otras veces, confiamos que los avances científicos y  la masificación de los medios de información y de comunicación en la era de la globalización representan la mejor garantía de que las sociedades no sucumban al  influjo  de la superstición y los mitos.

Sin embargo, en pleno siglo XXI se puede aún constatar en nuestro país como grupos de fanáticos/as religiosos/as imponen sus dogmas de fe como normas jurídicas, sociales y/o políticas a la cuales debe ajustarse la sociedad y la comunidad científica. Estos grupos  tienen el poder de enviar a la hoguera del desprestigio y del aislamiento social a cualquiera que intente cuestionar estos dogmas y/o sustituirlos por verdades científicas. Por eso, los partidos políticos, el Presidente de la República, los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia,  los medios de comunicación, los tanques de pensamiento  y hasta las universidades,  les temen, y están dispuestos a evitar a toda costa entrar en una abierta confrontación con ellos, aunque esto signifique renegar de la ciencia y/o de los derechos humanos.

Se dice que para muestra un botón. Tomemos como botón de muestra de este retorno al oscurantismo, la postura de la Jerarquía de la Iglesia Católica en torno a la prohibición del  uso de las métodos anticonceptivos de emergencia, (conocidos como “píldoras del día después”), cuyo uso podría evitar embarazos forzados en mujeres que han sido víctimas de violación o que han sido obligadas por sus parejas a mantener relaciones sexuales sin protección.

El uso de métodos anticonceptivos es una constante a lo lago de la historia de la humanidad  y su uso esta documentado en las grandes civilizaciones y culturas (Egipto, Grecia, Roma, China, etc.). Es decir, estos métodos no aparecen con el advenimiento de la “revolución sexual” de los años sesenta ni tampoco con la aprobación de instrumentos jurídicos relacionados con los  derechos  humanos de las mujeres. Se trata de un campo de investigación y desarrollo de la ciencia  en constante innovación, que ha permitido mejorar las condiciones de salud sexual y reproductiva de millones de mujeres y hombres en todo el mundo, y que hasta el advenimiento del neoconservadurismo y del neo integrismo en los años ochenta, no contaba con una oposición significativa de parte de sectores religiosos.

De acuerdo al Doctor Horacio Bruno Croxatto, considerado la máxima autoridad científica en materia de  investigación y desarrollo de métodos anticonceptivos de emergencia en el mundo, las píldoras anticonceptivas de emergencia (PAE) son solo  compuestos hormonales que actúan  en la fase pre-ovulatoria, es decir,  antes de la fecundación de un ovulo y de implantación  de un embrión en el útero, que es cuando científicamente se reconoce la existencia de un embarazo. Lo único que pueden hacer las PAE para impedir el embarazo es retardar  o inhibir  la ovulación, (impedir que el ovulo salga del ovario). Una vez que la ovulación ha ocurrido, las PAE no tienen ningún efecto. De allí la importancia de usarlas lo antes posible después de una relación sexual y no esperar “hasta el día después”.

Curiosamente,  una  gran parte de los cincuenta años de investigaciones del doctor Croxatto se realizaron en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Por orden del Vaticano  fue separado en 1998 de su cátedra en dicha universidad, debido a sus investigaciones sobre las PAE y  por su postura a favor del derecho de las mujeres a la interrupción de un embarazo,  y se optó por recluirlo en el laboratorio relegado a la  posición de Investigador Asociado. Esto le brindó la oportunidad de profundizar en sus estudios sobre los posibles efectos abortivos de las PAE, tanto en animales como en mujeres. Finalmente fue despedido en el año 2006 por su defensa pública de la anticoncepción de emergencia y por haber declarado que las PAE  que utilizan el levonorgestrel  como principio activo no son  abortivas.  A diferencia de Galileo, el doctor Croxatto optó por aferrarse a la ciencia,  abjurar de su fe (renunció al Opus Dei y al catolicismo) y dedicar su vida y sus conocimientos a promover la salud reproductiva de las mujeres en el mundo.

Gracias a científicos como Horacio Croxatto es posible el  uso  las PAE  en países con leyes restrictivas a todas las formas de interrupción del embarazo (como El Salvador), en donde se ha convertido en una medida fundamental para el mantenimiento de la salud de las mujeres, en especial de aquellas que  han sido abusadas sexualmente y que se les niega el derecho a decidir libremente respeto a su maternidad. Muchos embarazos por violación o por sexo forzado pueden evitarse de esta manera, y con ello se puede prevenir   abortos en condiciones inseguras, suicidios de mujeres con embarazos forzados  y hasta asesinatos y/o  el abandono de recién nacidos/as. De allí la importancia que el personal médico que atiende a una mujer en este tipo de situaciones suministre estos AE como parte del protocolo obligatorio de atención.

Sin embargo, pese a esto,   ciertos sectores oscurantistas y sexofóbicos de la sociedad salvadoreña que cuentan con supremos  poderes ideológicos,  políticos, económicos y mediáticos, insisten en acallar y condenar estas verdades científicas (como lo hicieron en el pasado con la teoría heliocéntrica)  y  se afanan en sustituirlas por las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, según la cual “la píldora del día después es abortiva”, para lo cual se basan en la doctrina de la Academia Pontificia para la Vida, según la cual las PAE impiden la anidación del óvulo fecundado en él útero, y con ello truncan la posibilidad de un embarazo”.

A partir de esta doctrina, la Academia Pontificia para la Vida ha hecho un llamado  a médicos y farmacéuticos a que «apliquen con firmeza la objeción de conciencia moral» y que testimonien «con valentía y con los hechos el valor inalienable de la vida humana, especialmente frente a nuevas formas subrepticias de agresión a los individuos más débiles e indefensos, como es el caso del embrión humano».  Este llamamiento significa que se nieguen a proporcionar PAE a mujeres que lo necesiten aún cuando las leyes del país les ordenen hacerlo y  peor aún, que se nieguen a proporcionarlas a sabiendas que  la salud y la vida de una mujer se pondrán en peligro por la no prevención de un embarazo. Los  miembros  del Opus Dei y de la Fundación Sí a a Vida en nuestro país  funcionan como caja de resonancia de esta doctrina de fe, y se encargan de divulgar mediante diversos medios y ante distintos públicos (especialmente adolecentes y jóvenes) la doctrina según la cual las PAE son abortivas y que no deben ser utilizadas, ni siquiera cuando una mujer ha sido víctima de una violación sexual.

Mientras esto sucede ante la indiferencia de la comunidad científica salvadoreña, un reciente estudio elaborado por investigadores/as de la OMS y del Instituto Gutmacher, publicado por la revista científica The Lancet el 19.01.2012,  advierte que pese a la disminución en la tasa  de abortos experimentada en los últimos años a nivel mundial, en América Latina los abortos están aumentando, especialmente los practicados en condiciones peligrosas para la salud y la vida de las mujeres: 32 por cada 1,000 mujeres. De acuerdo a este estudio, la tendencia al aumento en la tasa de abortos en la región  coincide con la aprobación de reformas legales para  prohibir todas las formas de interrupción voluntaria del embarazo, que a su vez han estado acompañadas de mayores obstáculos para el acceso de las mujeres a métodos anticonceptivos, en especial de las PAE.

Según esta investigación, la tendencia en América Latina contrasta con lo ocurrido en otras regiones y países en donde se ha despenalizado la interrupción del embarazo y se ha facilitado el acceso a métodos de planificación familiar, incluyendo las PAE. En Sudáfrica por ejemplo, que despenalizo el aborto desde 1997,  tiene la tasa de abortos más baja de todo el continente africano y ha logrado reducir la  mortalidad materna relacionada con abortos inseguros en un 91%. Otro caso es España, en donde a partir de la aprobación de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva en 2010, se observó una leve reducción en el número de mujeres que decidieron terminar voluntariamente un embarazo.

Frente a esta evidencia,   se necesita que en El Salvador  se abra un debate sobre la salud sexual y reproductiva de las mujeres, que sea científico y ético al mismo tiempo. De lo contrario, miles de mujeres seguirán pagando con su salud y sus vidas, el costo de no hacer nada frente a la influencia de los fundamentalismos religiosos sobre las políticas públicas.  Por eso es urgente que la  comunidad científica salvadoreña salga del cómodo refugio en el que se encuentra, e ilumine las mentes y el conocimiento de quienes tienen en sus manos garantizar el  derecho a la salud de las mujeres, y en particular el de aquellas mujeres  que necesitan al menos prevenir un embarazo forzado.

En octubre de 2011, la Comisión Nacional de Bioética de El Salvador dio a conocer un comunicado  público en el cual hizo un llamado al debate abierto y pluralista de los problemas nacionales en diversos ámbitos relacionados con la bioética, incluyendo un “debate amplio, abierto e informado con respecto a la garantía de salud sexual y reproductiva y las políticas actuales de penalización del aborto”. Han transcurrido más de tres meses desde este comunicado, y las mujeres salvadoreñas siguen enfermando y muriendo por el irrespeto a su derecho a la salud y a la vida.

¿Podemos esperar que la comunidad científica salvadoreña se decida a  participar en este debate o es que como Galileo Galilei también optarán por callar para no terminar en la hoguera de los  inquisidores del siglo XXI?.

Los cuentos de Hadas como construcción social e histórica: la cenicienta desde el género y la estratificación social

Por: Josefa Viegas. Licenciatura en Historia

finaviegas@hotmail.com

Escuela de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias y Humanidades.

 

La reciente visita de Concepción Bados a la Universidad de El Salvador desde la Universidad Autónoma de Madrid para hablarnos acerca de los cuentos de hadas y su reescritura sacó de la memoria y de algún archivo de la computadora una útil unidad didáctica para la sensibilidad con la inequidad de los roles de género.

La Doctora Bados nos relató su análisis acerca de los cuentos de hadas y sus protagonistas sumisas, bellas, puras, ¿rubias?, víctimas del mal pero que la vida de bien portadas les tiene un buen premio… el príncipe. Retomé gracias a ella una actividad de análisis histórico para el primer año de la Licenciatura en Historia sobre el cuento de La Cenicienta el cual comparto para que sea trabajado y adaptado en otras aulas.

Un cuento más para niñas que para niños que tiene una honda tradición popular y raíces históricas diferentes pero que  Charles Perrault a finales del siglo XVII (1697) y los Hermanos Grimm en el XIX (1812) se encargaron de poner por escrito y cuya versión cinematográfica más conocida es la de Disney en 1950.

Por la facilidad de lectura de los símbolos y mensajes el cuento de la Cenicienta constituye un vehículo muy interesante para la didáctica de la lectura y el análisis de fuentes primarias para la investigación histórica y de paso para la sensibilización acerca de la construcción de roles de género.

Los cuentos junto con toda la literatura escrita son para los historiadores e historiadoras  fuentes primarias valiosas para el análisis social ya que nos da idea de las visiones que tienen las sociedades que los crean o los recrean acerca de valores, personas, grupos que son narrados. El Cuento de La Cenicienta nos da idea de visiones diferentes acerca de la estratificación social por género y por estamento muy fácilmente distinguibles en el texto.

La Cenicienta nos trasporta a un mundo en transición, en la disputa entre una sociedad estamentaria donde prima el privilegio y una nueva sociedad de individuos, liberal en donde se pretende hacer valer el ascenso social por méritos. Este conflicto está personificado a partir de la Cenicienta, caracterizada como noble, privilegiada y vilipendiada por el nuevo mundo de las hermanastras y la madrastra representantes de la posibilidad de ascenso social.

El cuento escrito desde la óptica de la legitimación de la sociedad estamentaria pone ese mundo al revés al rebajar  a tareas no aptas para mujeres nobles como la limpieza y aseo de la casa a la protagonista.  Recordemos que a los miembros de la nobleza no se les permitía trabajar con las manos ya que se consideraban tareas propias del Tercer Estamento.  De esta manera se sitúa a la Cenicienta rebajada a una condición social propia de otro estamento, no apta para una noble, nacida noble.

Por otra parte el cuento tan conocido por todos y todas nos desvela también patrones acerca del buen comportamiento de mujeres y hombres. Está muy claro en la visión de la Cenicienta en donde la sumisión, la víctima, la pureza, la belleza son valores bien vistos para una excelente señorita noble.

La Cenicienta en ese sentido no se rebela ante las injusticias sino que espera ser elegida por un varón también de sangre azul, acorde a su condición, ella es pura, víctima, a la expectativa de ser salvada. Un símbolo particular es el del zapatito de cristal que sólo calza en el pequeñísimo pie de la protagonista… que a nadie se le escape el símbolo fetichista de la pureza y la sexualidad de las mujeres buenas.

A partir del análisis del cuento podemos observar la muy poca ingenuidad de los cuentos de hadas. En el mundo de ficción recreado en la Cenicienta existe toda una argumentación a favor de un mundo de privilegio y de sangre azul, dividido en los buenos y los malos, legitimando a la nobleza por nacimiento en contraposición a formas alternativas de considerar la sociedad. Al mismo tiempo se ofrece una legitimación de valores de género en el que las mujeres buenas reciben como premio el matrimonio, como fin último de condición de mujeres, único camino de las mujeres buenas.

A partir de la guía que comparto pueden trabajar con el alumnado acerca de estas construcciones sociales, desvelarlas y por qué no ofrecer alternativas posibles a cuentos que nos posicionan a las mujeres en el espacio privado, como complemento de un hombre, varón, sumisas, a la expectativa de que el príncipe no se convierta en rana… ay no, pero ese ya es otro cuento.

GUÍA PARA TRABAJAR CON ALUMNADO

Prof. Josefa Viegas

Los cuentos de Hadas como construcción social e histórica: La cenicienta

La Cenicienta es un personaje de un cuento de hadas del cual existen varias versiones, tanto orales como escritas. Charles Perrault (1697) y los Hermanos Grimm (1812) escribieron versiones escritas de las versiones populares. En 1950 Disney realizó un largometraje donde se difundió la versión más conocida en América.

Un cuento de hadas es una historia ficticia que puede contener personajes fantásticos —tales como hadas, duendes, elfos, brujas, sirenas, troles, gigantes, gnomos y animales parlantes así como encantamientos— normalmente representados en una secuencia inverosímil de eventos. Los personajes son “arquetípicos”, es decir, se corresponden a una concepción modélica a seguir, con unas características fijas; por ejemplo la niña buena, la madrastra mala, el príncipe valiente.

Los cuentos de hadas, aunque historias ficticias y fantásticas, nos dan idea de códigos de conducta y comportamiento de la sociedad que lo asume, para quienes van dirigidos, de qué es lo que es aceptable o no, lo que está bien o está mal, lo que es bueno o malo. Estos cuentos fueron dirigidos a las educación de las niñas nobles para instruirlas en el buen ser.

Los cuentos de hadas como toda la literatura incluyendo las narraciones orales constituyen también fuentes primarias para el análisis histórico. Nos da idea de lo que un grupo social piensa de cómo deben ser los comportamientos correctos e incorrectos y en definitiva nos ofrecen una visión del mundo a partir de un lenguaje fácil de comprender y unos símbolos sencillos de resolver.

En esta ocasión vamos a analizar el cuento de La Cenicienta para ello sigue la guía de preguntas para poder interpretar los mensajes “ocultos” del texto contado a niños y a niñas por muchas generaciones.

  1. LOS PERSONAJES:

Los personajes de los cuentos de hadas normalmente no tienen nombres propios salvo alguno que se considere fundamental. Al contrario, son nombrados por su relación con la protagonista o por una característica propia. Los personajes son estereotipados, y además “representan” modelos a seguir o a no seguir en función de sus valores, comportamientos y acciones. Aquí tienes los principales personajes del cuento, te invitamos a describirlos y a analizarlos.

  1. a)      La Cenicienta
  2. b)      La Madrastra
  3. a)      Las Hermanastras
  4. b)      El Príncipe
  5. c)      El Padre de Cenicienta
  6. d)      El Hada Madrina

AYUDA: Estos elementos te pueden ayudar a describirlos

En cuanto a su belleza o fealdad

En cuanto a sus acciones: acción-sumisión

En cuanto a sus cualidades: bondad o maldad

En cuanto a su naturaleza: reales o fantásticos

Otras características que desees resaltar

CONCLUSIÓN:

  1. LA HISTORIA NARRADA:

Todas los cuentos de hadas tienen una narración muy sencilla, están contados en pocos pasos: una presentación (se exponen los personajes y sus características), un nudo (surge un problema) y un desenlace (ocurre un final feliz donde el bien triunfa sobre el mal). Presenta el cuento de Cenicienta de esa manera:

  • Presentación:
  • Nudo:
  • Desenlace:
  1. a)      ¿A quiénes va dirigida la historia de Cenicienta?
  2. b)      Para los chicos: ¿cuál es el mensaje del cuento?
  3. c)      Para las chicas: ¿cuál es el mensaje del cuento?
  4. d)      Cenicienta recibe un premio al final del cuento: ¿cuál es?

CONCLUSIÓN:

  1. LA CENICIENTA PARA EL ANÁLISIS HISTÓRICO:

El cuento de la Cenicienta se fijó tal y como lo conocemos durante el siglo XIX proveniente de la tradición popular. Se cambiaron algunos elementos porque las destinatarias eran las jóvenes nobles.

Es un mundo en transformación donde el mundo de la nobleza está en peligro por la Ilustración y la construcción de un estado desde el punto de vista burgués, es decir, se disputa entre la sociedad de Antiguo Régimen (estratificación estamentaria, según el nacimiento de la persona) y la sociedad por clases (estratificación por clase, según las propiedades que posee el individuo).

Los personajes del cuento tienen una caracterización en relación a esta transición de una sociedad a otra, donde conviven valores de una y otra. Identifica a los personajes de una y otra y describe cómo son cada uno de ellos. Te damos una pista.

SOCIEDAD ESTAMENTARIA

Personajes miembros de la nobleza

La Cenicienta

SOCIEDAD POR CLASES

Personajes miembros de la burguesía

¿El autor del cuento está escribiendo a favor de qué tipo de sociedad? Justifica tu respuesta.

CONCLUSIÓN:

  1. SÍMBOLOS.

En todos los cuentos se manifiestan unos símbolos que tienen un significado concreto, social e histórico para los miembros de esa sociedad. Te invito a que pienses en el significado de éstos símbolos:

  1. a)      El zapato de la Cenicienta
  2. b)      El Hada Madrina
  3. c)      La fealdad de la madrastra y las hermanastras
  4. d)      La belleza de Cenicienta
  5. e)      El príncipe azul de los cuentos
  6. f)       Cenicienta es obligada a limpiar y lavar la casa

CONCLUSIÓN:

  1. PARA FINALIZAR….

Para finalizar te invito a que escribas otro final del cuento. Te doy unas sugerencias:

-Cenicienta no se deja maltratar y se marcha de casa.

-Cenicienta elije a otra persona para casarse.

-Al príncipe le gusta una de las hermanastras.

-El rey, padre de Cenicienta, vuelve de la guerra.

-La madrastra y las hermanastras no son malas.

¿Por qué la UES debe y tiene que homologar su reglamentación interna y armonizarla con las Leyes nacionales a favor de las mujeres?

Por. Fidelina Martínez Castro

Fundadora y primera directora del Centro de Estudios de Género 2004-2007

Las razones que responden la interrogante del título pueden ser múltiples, pero en este artículo solo argumentaré en dos direcciones: una legal y la otra legítima.

Inicio con lo legal, afirmando que, en un Estado de Derecho lo sustantivo de las leyes debe de ser lograr el bien común y la aplicación de justicia que es una aspiración legítima de la sociedad, y aun cuando no siempre la forma legal recoge las demandas de toda la población, por ej. el reconocimiento de los derechos de las mujeres quienes históricamente han sido invisibilizadas, negándoseles incluso el derecho a ser nombradas y se ha visto como “normal” negarles el goce y disfrute de sus Derechos Humanos, lo que se ilustra con las diversas luchas que ellas han tenido que dar para lograr sus derechos políticos, laborales, educativos y todos los demás que son legítimos e inherentes a la persona humana y que al respetárselos y legalizárselos abonaría a su ubicación dentro de la sociedad en igualdad de condiciones respecto a los hombres.

En el espacio legal internacional hay regulaciones específicas que están dirigidas a la educación universitaria, para que en este tipo de instituciones se tome las medidas pertinentes que superen la inequidad de género por ej. En “La Conferencia mundial sobre educación superior” que se realizó en Paris en 1998, allí las universidades acordaron la “Declaración mundial sobre educación superior en el siglo XXI: Visión y Acción” y en el artículo 4 literales a) y b) establecieron lo siguiente: “Fortalecimiento de la participación y promoción del acceso de las mujeres. a) Aunque se hayan realizado progresos considerables en cuanto a mejorar el acceso de las mujeres a la enseñanza superior, en muchas partes del mundo todavía subsisten distintos obstáculos de índole socioeconómica, cultural y política, que impiden su pleno acceso e integración efectiva.

Superarlos sigue revistiendo una prioridad urgente en el proceso de renovación encaminado a establecer un sistema de educación superior equitativo y no discriminatorio, fundado en el principio del mérito. b) Se requieren más esfuerzos para eliminar todos los estereotipos fundados en el género en la educación superior, tener en cuenta el punto de vista del género en las distintas disciplinas, consolidar la participación cualitativa de las mujeres en todos los niveles y las disciplinas en que están insuficientemente representadas, e incrementar sobre todo su participación activa en la adopción de decisiones”.

Es importante señalar que la educación universitaria no solo debe conformarse con usar un discurso transformador que ilustre a la sociedad, sino que tiene la responsabilidad de incentivar los cambios sociales que son necesarios para el respeto integral de las mujeres y los hombres, eso sería uno de los mayores aportes que la educación universitaria haría por potenciar el desarrollo humano que no solo se debe medir de acuerdo a logros materiales sino que también, teniendo en cuenta el bienestar psíquico que proporciona el que se nos reconozca nuestra dignidad humana en todos los ámbitos de la vida.

Otra regulación internacional que la Universidad de El Salvador al ser publica, financiada por el Estado, no puede obviar es la “Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer” CEDAW firmada y ratificada por El Salvador desde 1981, y que de acuerdo al art. 144 de la Constitución se convierte en Ley de la Republica.” cuando dice: “Los tratados internacionales celebrados por El Salvador con otros estados o con organismos internacionales, constituyen leyes de la República al entrar en vigencia, conforme a las disposiciones del mismo tratado y de esta Constitución. La ley no podrá modificar o derogar lo acordado en un tratado vigente para El Salvador.

En caso de conflicto entre el tratado y la ley, prevalecerá el tratado.” La CEDAW en el art. 3 dice: “Los Estados Partes tomarán en todas las esferas, y en particular en las esferas política, social, económica y cultural, todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre.” Una medida de carácter legislativo que ha tomado el estado salvadoreño, es la “La Ley de igualdad, equidad y erradicación de la discriminación contra las mujeres” la cual es de obligatorio cumplimiento para todas las instancias del Estado, entre ellas la Universidad de El Salvador quien por ser un ente educativo no solo debe acatar el mandato sino que también debe de educar en los cambios que humanizan a la sociedad.

Otra ley internacional que también es suscrita y ratificada por el Estado salvadoreño en 1996 es :”La convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer” que en el Cap. III “Deberes de los Estados” en el art. 7 literal c) dice: “Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilación, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia y en llevar a cabo lo siguiente: c) incluir en su legislación interna normas penales, civiles y administrativas, así como las de otra naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean del caso;”. Una medida administrativa apropiada de nuestro Estado es acatar lo que en el plano de la legislación nacional mandata la “Ley de Igualdad, Equidad y Erradicación de la Discriminación contra las mujeres” que desarrolla el principio de igualdad establecido en el art.3 de nuestra Constitución.

El art. 4 numeral 5 de la LIE, que regula los alcances de la Ley dice: “Para el cumplimiento de la presente ley, las instituciones del Estado, de acuerdo con sus competencias, deberán realizar acciones permanentes orientadas hacia los siguientes aspectos de alcance general: 5. Armonización de las leyes, reglamentos, resoluciones o cualquier otro acto jurídico o administrativo originado en las instituciones del Estado que limiten o nieguen los principios de igualdad, no discriminación y los derechos entre mujeres y hombres.” Las leyes internas de la Universidad no deben por la legitimidad de los Derechos Humanos de las mujeres, mantener posiciones inequitativas que obstaculicen el reconocimiento de tales derechos, y por legalidad no pueden contradecir en ningún aspecto lo establecido en la Constitución y en la LIE que en forma precisa desarrolla el principio constitucional de igualdad, para toda la comunidad humana.

La universidad debe ser pionera en proyectar respeto en el trato igualitario para todas las personas, incluso cuando ello rompa con esquemas t r a d i c i o n a l e s que perpetúan la invisibilización de las mujeres en un simbolismo lingüística que las obliga a verse comprendidas en una supuesta u n i v e r s a l i z a c i ó n de palabras con c o n n o t a c i ó n masculina; al respecto la LIE dice en el art.15 “Erradicación del Sexismo en el lenguaje institucional y social.

A los efectos de esta ley, se entenderá por uso no sexista del lenguaje la utilización de aquellas expresiones lingüísticamente correctas sustitutivas de aquellas que, aun siendo correctas o no, ocultan lo femenino o lo sitúan en un plano secundario o de menor valor respecto al masculino.

El Estado promoverá sistemáticamente la eliminación del uso sexista del lenguaje y las expresiones discriminatorias contra las mujeres, en todos los mensajes de su marco institucional. El ISDEMU, brindará apoyo de información y formación al personal al servicio de las instituciones del Estado para dar cumplimiento a esta norma.

También realizará acciones que promuevan la erradicación del uso sexista del lenguaje en la vida social.” Todo lo legal genera obligatoriedad jurídica y todo lo legitimo crea responsabilidad ética en las relaciones humanas, en donde las diferencias no son y no deben ser utilizadas para establecer desigualdades y menos verse como justificante para valorar menos a las mujeres.

En el ámbito de lo legítimo la educación de cualquier nivel debe garantizar el reconocimiento y respeto de los Derechos Humanos de todas las personas; cuando hay trato desigual para las mujeres se les están violando sus derechos y aceptarlo como “normal” es una ofensa grave para la humanidad que esta integrada por mujeres y hombres.

Al respecto en 1790 un filosofó, científico y escritor extraordinario de la ilustración conocido como el Marques de Condorcet, su nombre era: Marie Jean Antoine Nicolás Caritet, publico un importante ensayo “Sobre la Admisión a los Derechos de Ciudadanía para las Mujeres” y en el, entre otras muchas cosas decía: “Ahora bien, los derechos de las mujeres se desprenden únicamente de que son seres sensibles, susceptibles de adquirir ideas morales y de reflexionar sobre esas ideas. Por consiguiente, como las mujeres poseen esas mismas cualidades, tienen necesariamente derechos iguales. O ningún individuo de la especie humana tiene verdaderos derechos o todos tienen los mismos; y el que vota contra el derecho de otro, cualquiera que sea su religión, color o sexo, ha adjurado de los suyos a partir de ese momento”.

Estas ideas expuestas en el siglo XVIII siguen teniendo validez en el siglo XXI, porque todavía el peso del patriarcado se mantiene y manifiesta, cuando sin haber razones legitimas, en las instituciones hay enorme resistencia para introducir cambios que evidencien la necesidad de que a las mujeres se les debe visibilizar por ser su legítimo derecho.

Si todas las personas estamos potencialmente capacitadas para reflexionar sobre nuestra existencia y nos damos cuenta de la semejanza humana y la equivalencia axiológica con toda la humanidad, es pertinente pensar que la Universidad de El Salvador no solo debe acatar el mandato jurídico legal sino que además tiene que asumir la responsabilidad de incidir e inducir cambios legítimos para el desarrollo de nuestra sociedad, así como para fomentar la equidad e igualdad de todas las personas naturales sin ningún tipo de discriminación.

Resumiendo podemos decir con seguridad que la Universidad de El Salvador debe por razones legítimas de Derechos Humanos, equiparar sus Leyes internas con las recientes leyes nacionales que están denotando la equivalencia humana de la sociedad; y tiene que hacerlo porque es, un mandato legal establecido en las leyes de la república.

Mujeres, familia y trabajo

Por: Claudia María Melgar de Zambrana, Defensora de los Derechos Universitarios (2011-2015 – 2015-2019)

Los derechos humanos de las mujeres se basan en una serie de principios generales de interpretación, uno de estos es el derecho a ser sujetas con ciudadanía plena para la toma de decisiones y administración de su vida.

De estos derechos se derivan otros más, como el derecho a la familia y la maternidad.  Los artículos 1, 2 y 32 de la Constitución de la República de El Salvador garantizan a la persona humana su derecho a la vida, la integración física y moral, así como el deber del Estado de dictar la legislación necesaria para la protección de los integrantes de la familia y crear los organismos y servicios apropiados para su bienestar y desarrollo social, cultural y económico.

Pero la realidad muestra lo contrario, la cultura machista imperante de los estados ha generado que las mujeres históricamente hayamos sido discriminadas en diferentes ámbitos y por diferentes situaciones, ya sea cultural o simplemente por desigualdad de condiciones que a raíz del mismo rol histórico de la mujer se dan en nuestras vidas.

Es difícil igualar oportunidades con las de un hombre en el ámbito profesional cuando se es mujer, pero no imposible, pues  la igualdad de oportunidades en relación a los hombres al desempeñar un rol profesional es más complicado siempre para una mujer cuando tenemos a cargo diferentes roles: profesional, esposa y madre, o a lo mejor solo el de madre soltera y profesional, o mujer sola profesional, en todos los casos es una labor titánica, pues aunque se diga que tenemos iguales derechos, el ejercerlos se vuelve mucho más complicado para una mujer que tiene que desempeñar ese rol de madre.

Sin lugar a dudas las mujeres en los últimos 20 años hemos ido conquistando, descubriendo e incorporando derechos fundamentales, pero restringidos en su ejercicio,  en la medida que la ciudadanía no tiene el mismo valor para los distintos sectores sociales, la complejidad de conceptos que generan desigualdades estructurales como clase, raza, género, edad, opciones sexuales, maternidad, etc.

El desarrollo y la expansión de los derechos de las mujeres pueden darse por decisión de las élites dominantes en muchos casos o por presión desde abajo o en combinación de ambas. La aspiración a gozar plenamente de nuestros derechos de ciudadanas plenas está en referencia a nuestras conquistas; descubriendo, incorporando y ejercitando en nuestra  lucha por ampliarles, pues siempre serán restringidos.

Sin embargo podemos exigirlos desde nuestro ámbito profesional y en cada uno de los roles que desempeñamos las mujeres tomando en cuenta que muchos de esos roles debieran ser considerados para darnos un trato diferente con el objeto de llegar a ponernos en igualdad de oportunidades.

Deconstruir las relaciones de poder que dan soporte a la ideología de la superioridad masculina es una labor grande de este Centro de Género. En la cual todas y todos en la comunidad universitaria podemos hacer la lucha aunque no es tarea fácil ni su final está garantizado.

La historia nos demuestra que todo esto no es suficiente, que se necesitan además mecanismos institucionales y democráticos fuertes que garanticen su cumplimento y sancionen  a los que violen dichas normas.

En este sentido la educación adquiere una particular relevancia con estudios que promuevan acciones que favorezcan el cumplimiento real de los derechos de la mujer que elige responsablemente formar una familia y su derecho a la maternidad.

En este ámbito es donde las mujeres realizamos la llamada triple jornada. Por una parte se nos reconoce el trabajo productivo pero no así el trabajo en la esfera doméstica, este no se ve, no se cuenta, no se paga, no se protege.

Existe una negación de la sociedad a esta parte de trabajo, el cual, no es exclusivo de la mujer, ya que debe existir una corresponsabilidad tanto de mujeres, como de hombres en la familia.

Que se pueda conciliar trabajo, familia y profesión, supone un cambio socioeconómico, donde el Estado y la sociedad no invisibilice el trabajo del cuidado en la esfera doméstica.

Hoy no se reconoce socialmente ni económicamente como un trabajo, sino el desempeño “natural” de las mujeres en el hogar.    Por otra parte, en muchos países existe una clara discriminación y violación a las mujeres, cuando en la selección de personal de las empresas no por razón de sexo, sino por el hecho de ser o poder llegar a ser madre no son contratadas.

En investigaciones hechas en España, el 86 por ciento de los casos y ante candidatos con las mismas aptitudes, los seleccionadores prefieren hombres jóvenes. Sin embargo, cuando el puesto requiere madurez y edad es superior, haber sido madre empieza a ser un punto a favor.

En este sentido, cabría hablar del derecho a la diferencia como derecho de las mujeres a integrarse en la vida pública y laboral, teniendo en cuenta su maternidad. Esas diferencias entre las mujeres tienen que ser la base de una nueva reestructuración de las condiciones de trabajo.

Pero de poco serviría este cambio si el hombre no descubre y ejerce plenamente su paternidad de manera responsable y complementaria a la maternidad.  Por lo que urge la sensibilización y educación de los hombres.

Hay una masculinidad asignada al hombre que está asociada a la fuerza, la violencia, a la agresividad, la potencia, la inteligencia. Bajo ese mandato social “el hombre” continuamente debe probarse y probar que ha logrado el anterior modelo definido de ser hombre.

Sin la construcción de mecanismos que nos lleven a superar esos modelos será muy difícil una igualdad de hombre y mujeres, mucho menos conciliar trabajo, familia y profesión, pues necesitamos la complicidad del hombre.

En otro sentido, otra violación que se da en contra de las mujeres que eligen la maternidad es que al quedar embarazadas son despedidas a priori <<por bajo rendimiento, desinterés por la empresa o escaso compromiso>>. Esta práctica sigue existiendo <<de facto>> a pesar que violente nuestra ley y tratados internacionales.

El derecho a la familia como a la maternidad, obliga  al Estado como a todas las instituciones realizar políticas de apoyo a las familias, como serían, abrir guarderías, despensas, jornadas de refuerzos académicos para los hijos e hijas de empleadas y empleados.

La puesta en marcha de modelos de igualdad de oportunidades, entendiéndola como  igualdad en la diferencia. Las mujeres –dicen- no sólo deben estar; sino intervenir en las leyes que hacen referencia a ellas mismas y a la situación derivada de su maternidad.

Sólo desde la complementariedad igualdad en la diferencia-, mujeres y hombres pueden hacer la cultura, la empresa y la familia juntos. Con una legislación de igualdad de oportunidades,  cada uno será capaz de aportar modos específicos de ser y de actuar para enriquecimiento mutuo. Así como cualquier niño necesita del amor y la atención tanto de su padre como de su madre, el mundo del trabajo y la vida social también lo necesitan.

El mundo laboral, a su vez, reclama la presencia de la mujer-madre para estar en función de la persona y la familia. Ningún sexo está librando una batalla para desplazar al otro en la familia, en el trabajo, en la cultura o en la sociedad. Se trata de sumar, compartir y perfeccionar la vida que al fin y al cabo es de los dos. Y siempre bajo el lema de la libertad, pero una libertad responsable que busca la cooperación y se basa en el respeto. Ningún poder institucional puede marcar el signo de esta revolución silenciosa, tan sólo deben tener la sensibilidad suficiente para saber lo que está pasando y favorecer un marco social y legal que facilite nuevas formas de organización laboral y social que contemplen a la familia como un núcleo esencial, protegible dentro de la sociedad, pero, a la vez, dinámico y participativo.

Por otra parte para conciliar trabajo, familia y profesión hay que avanzar hacia un feminismo integrador, de la complementariedad y la cooperación entre mujeres y hombres en  todos los ámbitos de la vida –familia, cultura, empresa y sociedad-.

Según el artículo 16, 3: La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad.  La Carta de Derechos de la Unión Europea, establece que la principal prioridad en política familiar es la puesta en marcha de medidas que permitan conciliar la vida familiar y profesional.  Por lo que hay que cambiar el curso del  razonamiento económico: en lugar de pensar a corto plazo: lo que cuesta la familia en ayudas directas e indirectas, en políticas familiarmente responsables y en nuevas modalidades de contratos, deberían  pensar a largo plazo: lo que cuesta la no-familia a la vista de que la pirámide de todos las problemas que pueden generar, más violencia y delincuencia juvenil.