Resistencia de las mujeres

Homenaje a las mujeres, en el 8 de marzo, «Día Internacional y Nacional de las Mujeres”

Por: Fidelina Martínez Castro

Fundadora del Centro de Estudios de Género de la Universidad de El Salvador

Muchas mujeres en el pasado se resistieron al sometimiento del dominio patriarcal en casi todos los ámbitos de sus vidas; por su osadía fueron sacrificadas, ignoradas, vilipendiadas y en muchos casos hasta asesinadas, ejemplo de ello son las muchas mujeres denominadas brujas que por sus valientes posturas y conocimientos herbolarios, las asociaban con alguna creación maligna y que el santo oficio creado en 1478 por los reyes católicos, las condeno a la hoguera, fueron muchas las mujeres torturadas y sacrificadas por no acatar los mandatos patriarcales que la religión católica les imponía.

Otro caso relevante fue el de la Filósofa Hipatia asesinada por un clericó católico en Alejandría en el mes de marzo del año 415, su pensamiento científico y filosófico lo consideraron peligroso para los designios religiosos; el sistema patriarcal ha sometido a las mujeres mediante la fuerza y para nada ha utilizado la razón para valorarlas como iguales.

También ilustra lo referido, la francesa Olimpia de Gouges autora de la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” en 1791 quien, lamentablemente, es poco mencionada por los historiadores del siglo XVIII, quienes generalmente relatan sobre  los principios de la Revolución francesa (Libertad, Igualdad y Fraternidad), pero obvian mencionar que fue Olimpia quien abogó por que también se  reconociera a las mujeres como sujetas de esos derechos, eso y otros razonamientos fueron justificante pera asesinarla en la guillotina en 1793.

En todas las ideologías políticas, sean de izquierda o de derecha, a las mujeres no se consideran equivalentes a los hombres y mucho menos en las concepciones y prácticas religiosas, en los discursos hablan de derechos y teóricamente hablan de libertad, respeto e igualdad, pero son atributos solo reconocidos en el trato entre ellos; a las mujeres se nos niega la libertad individual incluso de decidir sobre nosotras mismas y en muchos lugares del mundo también la libertad social, se inmiscuyen hasta en la forma de vestir, cuando y con quien deben tener descendencia, a las mujeres se les ve como objeto y no como personas y los hombres creen que ellas son de su propiedad, por lo que aprovechando su fuerza física las maltratan e incluso llegan a asesinarlas, en nuestro país El Salvador se dan muchos de esos casos.

Las anteriores ilustraciones son breves reflejos de como el patriarcado a través de la historia ha tratado y tratar a las mujeres, pero además proyecta la tenacidad que ellas han tenido, para desarrollarse.

Nadie puede negar que nos costó mucho acceder a la educación, al trabajo remunerado, a los derechos políticos y a todo lo que signifique y dignifique nuestra indiscutible calidad humana.

Es por lo que las mujeres no debemos permitir que todo el esfuerzo realizado por nuestras ancestras quede borrado, olvidado o distorsionado y solo quieran vernos en los papeles tradicionales, que no son malos, cuando nosotras los elegimos, de madres, esposas y comparsas en los tinglados para los hombres, sin mayor protagonismo sobre todo cuando se trata de tomar decisiones importantes.

Tampoco debemos permitir que se nos utilice en controversias que nada tienen que ver con nuestros genuinos intereses, por el contrario, debemos abogar por demandas salidas y trabajadas por nosotras como las que presentan organizaciones autónomas feministas y de mujeres, sabemos que no es, ni será fácil pero no debemos perder la constancia demostrada por muchas valientes mujeres, porque nuestra lucha debe continuar.

CEG-UES realizó IV Congreso de Igualdad y Equidad de Género

Del 17 al 20 de octubre se llevó a cabo en la Universidad de El Salvador a través del Centro de Estudios de Género, el IV Congreso de Igualdad y Equidad de Género denominado “Contribuciones y desafíos de la academia a la construcción de espacios igualitarios y libres de violencia hacia las mujeres de la región Centroamericana”.

Durante la apertura del Congreso, el rector de la UES, Roger Armando Arias habló de los avances en la Universidad en materia de igualdad y equidad de género, destacando que en la gestión 2023-2027 habrá más mujeres ocupando cargos dentro de la gobernanza universitaria (1 Vicerrectora Académica, 7 Vicedecanas y 1 Defensora de los Derechos Universitarios).

El Vicerrector Administrativo, Juan Rosa Quintanilla, se comprometió, como rector electo, a seguir trabajando por la implementación de la Política para la Equidad de Género y acompañar el trabajo del Centro de Estudios de Género porque “la Universidad trascienda a un camino donde hombres y mujeres tengamos igualdad de oportunidades”, dijo.

Entre los logros, las autoridades también se refirieron a los espacios de atención a mujeres en situación de violencia, ubicados en las Facultades de Ciencias y Humanidades, Jurisprudencia y Ciencias Sociales, Bienestar Universitario y el Centro de Estudios de Género, a partir de la alianza con organizaciones feministas, dijeron.

Para el director del Centro de Estudios de Género, Danilo Ramírez lo logrado hasta la fecha en favor de las mujeres universitarias, incluyendo la ejecución de la Maestría en Estudios de Género de la UES, ha sido “gracias al apoyo de las autoridades universitarias que desde 2017 se involucra totalmente al avance de la transversalización del enfoque de género”.

En representación del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer, ISDEMU, la maestra Guiselle Quijano se refirió a los avances en la Universidad en materia de igualdad como logro para las mujeres salvadoreñas, en ese sentido dijo, este congreso permite “continuar avanzando en un modelo de desarrollo que aporte a la transformación colectiva, mediante la generación de investigación académica que permita sustentar las políticas públicas mediante evidencia científica, por tanto es de vital importancia esta actividad”.

Los cuatro días del congreso, centró su trabajo en los ejes: “Educación en Salud Sexual y Derechos Reproductivos en la Educación Superior”; “la interseccionalidad, política de acceso y garantía a la educación superior de las personas de los pueblos indígenas”; “políticas de inclusión en la Educación Superior” y “normativas de Atención a Mujeres Universitarias en situación de violencia». Las resoluciones del Congreso se encuentran en este enlace Resoluciones del IV Congreso

Transversalización

Durante el primer día del congreso se abordó el eje “transversalización del enfoque de Género en la Educación Superior”, donde se contó con las ponencias de las investigadoras guatemaltecas Lucrecia Vicente y Ana Silvia Monzón y de la maestra Massiel Merino de la Universidad de El Salvador.

A partir de las exposiciones de las especialistas en el tema, se abrió un espacio de reflexión encaminadas a conocer qué medidas se están tomando en la UES para avanzar en la transversalización del enfoque de género, así como los avances y retos dentro la Universidad para concretar la transversalización del enfoque de género.

A partir de ello, algunas de las propuestas son: contribuir a la transformación del currículo universitario, con el fin de ofrecer una formación profesional adaptada a la realidad nacional, que aporte a la construcción de una sociedad más incluyente, justa e informada; crear condiciones para la apropiación y el posicionamiento de la igualdad de género como parte de los valores y prácticas de la comunidad universitaria; desarrollar capacidades en el sector docente que permitan mejorar el proceso pedagógico desde la perspectiva de género y que eleve el perfil académico de la Universidad; así como también, procurar la generación de una oferta académica en estudios de género dirigida a diversos sectores de la sociedad y que la perspectiva de género constituya un eje transversal en todos los programas de estudio de grado, posgrado y doctorado que la Universidad ofrece.

Educación en Salud Sexual y Derechos Reproductivos

Para el segundo día del Congreso uno de los ejes de trabajo fue: “Educación en Salud Sexual y Derechos Reproductivos en la Educación Superior”, desarrollado a partir de las ponencias de las maestras Claudia Elicida Alvarado Jovel, Coordinadora de la Maestría en Salud Sexual y Reproductiva de la Facultad de Medicina y Leonor Eliza Arévalo Romero, egresada de la Maestría en Estudios de Género de la UES.

Sobre este tema, se destacó la importancia que las mujeres tengan derecho a decidir sobre la reproducción, libre de discriminación, coacción y violencia, a tener información y educación en salud sexual y reproductiva, en todas las etapas de vida.

En este marco, las propuestas de la comunidad universitaria que participó en la reflexión, a partir de las ponencias son: desarrollar campañas de sensibilización en Salud Sexual y Derechos Reproductivos a nivel de todas las facultades, que Bienestar Universitario desarrolle programas de Educación en Salud Sexual y Derechos Reproductivos, elaborar un programa de atención y defensa de los derechos de las mujeres adultas mayores, ya que actualmente no se visualizan ni se atienden, teniendo un buen porcentaje de docentes y trabajadoras en este grupo etario.

Interseccionalidad

Otro de los ejes fue “la interseccionalidad, política de acceso y garantía a la educación superior de las personas de los pueblos indígenas”, fue desarrollado por Betty Pérez, coordinadora del Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño CCNIS y Olga Idalia Tesorero, representante de la Comunidad Indígena de Nahuizalco.

El concepto de interseccionalidad fue acuñado en 1989 por la jurista estadounidense Kimberlée Crenshaw, para referirse a las múltiples desventajas y discriminaciones que puede sufrir una persona por el hecho de ser adulta mayor, ser mujer, provenir de alguna etnia indígena, tener alguna discapacidad o vivir en una situación de pobreza, lo que le pone en un mayor riesgo de vulnerabilidad.

Entre las propuestas identificadas por el pleno están: desarrollar investigaciones especializadas de la situación de estudiantes de pueblos indígenas en la Universidad de El Salvador con enfoque de género; transversalizar en el currículo de educación superior enfoque de inclusión de personas indígenas y género, así como, desarrollar un censo poblacional en la Universidad de El Salvador, para identificar la población estudiantil indígena.

 Políticas de Inclusión en la Educación Superior

Durante el tercer día del congreso se trabajó el eje “Políticas de Inclusión en la Educación Superior”, con las ponencias de la licenciada Rosario Villalta, coordinadora de la Unidad de Educación Superior Inclusiva de la UES y la maestra Norma Eunice Alfaro Amaya del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de El Salvador.

En enero de este año, el Ministerio de Educación presentó la investigación “caracterización de la atención educativa de estudiantes con discapacidad en las Instituciones de Educación Superior”, donde se visualiza que, de las 41 Instituciones de Educación Superior del país, solo 33 reportaron matrícula activa de estudiantes con discapacidad, lo que denota una brecha para alcanzar la inclusión con equidad, dijo la maestra Alfaro.

A nivel universitaria, se cuenta desde 2013 por acuerdo del Consejo Superior Universitario, con la Política de Educación Superior Inclusiva para estudiantes con discapacidad de la Universidad de El Salvador, desde la cual se impulsan acciones para erradicar barreras físicas, ideológicas, materiales o actitudinales que restrinja, discrimine o excluya a personas con discapacidad, a través de la Unidad de Educación Superior Inclusiva.

En ese marco, algunas de las propuestas en este tema son: continuar e incrementar las medidas que se han estado tomando para la inclusión de estudiantes con discapacidad; mantener el programa de becas para estudiantes con discapacidad; sensibilizar a la comunidad universitaria sobre las necesidades de las personas con discapacidad, así como asignar un presupuesto a la Unidad de Inclusión para personas con discapacidad.

Normativas de Atención a Mujeres Universitarias

El cuarto día, el congreso centró su trabajo en el eje “Normativas de Atención a Mujeres Universitarias en situación de violencia”, en este eje se contó con las ponencias de la doctora Carmen Yolanda López del Instituto Universitario de la Universidad San Carlos de Guatemala y las maestras Ana Ruth Avelar, defensora auxiliar de los derechos universitarios y Cristina Torres, coordinadora de la oficina de Género de la Facultad Multidisciplinaria Oriental.

Entre las demandas de la comunidad universitaria, a partir de la reflexión de este eje están el Institucionalizar la propuesta de:

  1. Reglamento para la Detección, Prevención y Erradicación de todas las formas de violencia de género contra las mujeres en la Universidad de El Salvador
  2. Protocolo de Actuación ante Casos de Violencia de Género en la Universidad de El Salvador
  3. Propuesta de Reforma a la Ley Orgánica de la Universidad de El salvador, en lo relativo al régimen de infracciones y sanciones sobre hechos de violencia de género en perjuicio de integrantes de la comunidad universitaria, documentos que la Comisión Ad hoc presentó a la Asamblea General Universitaria período 2022 – 2023. Herramientas para la atención de casos de violencia hacia las mujeres y discriminaciones, asegurando el principio de prioridad absoluta.

Durante el congreso, también se conoció la experiencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y de la Universidad de El Salvador en la implementación de maestrías con enfoque de género.

Por parte de Honduras se contó con la participación de la doctora Karla Aguilar quien destacó, que en 26 años de ejecución de la maestría ha sido posible formar a docentes de distintas áreas del conocimiento de la Universidad de Honduras, trabajar compañas contra la violencia por razones de género, implementar diplomados y cursos con enfoque de género y de nuevas masculinidades e investigaciones.

La maestra Diana Merino, coordinadora de la Maestría en Estudios de Género de la Universidad de El Salvador, se refirió a la implementación de la Maestría como un avance institucional en la búsqueda de mayores niveles de igualdad, a través del fortalecimiento de capacidades y valores en las y los profesionales, que permita ampliar su conocimiento e incidir en la sociedad con equidad e igualdad.

El Congreso de Igualdad y Equidad de Género se realiza cada dos años, el primero fue en 2017 con el objetivo de obtener propuestas de acciones o programas de intervención con enfoque de derechos encaminados a la búsqueda de la igualdad y equidad de género dentro de la comunidad universitaria.

Redacción y fotografía: Roselia Núñez

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Consejo Superior Universitario aprueba actualización de la Política para la Equidad de Género de la UES

El pasado 28 de abril el Consejo Superior Universitario (CSU) aprobó de manera unánime, la actualización de la Política para la Equidad de Género de la UES, (PEG-UES) de la Universidad de El Salvador. El objetivo de esta nueva política es establecer los procesos de transformación orientados al desarrollo de una cultura y una práctica de igualdad entre mujeres y hombres en la comunidad universitaria, que contribuyan a la construcción de una sociedad más justa, educada e incluyente y que posicionen a la Universidad como un actor relevante y potenciador de los cambios civilizatorios en el país.

Esta normativa en la UES es en un instrumento de carácter vinculante, que debe contar con la aprobación de las máximas autoridades del Gobierno Universitario para dar cumplimiento al marco normativo nacional e internacional, en materia de igualdad, que colocaría a la UES como una institución pública comprometida con el pleno desarrollo del país.

Con el acuerdo de aprobación del Consejo Superior Universitario, se procede a implementar la PEG, dice el licenciado Danilo Ramírez, director del Centro de Estudios de Género y agrega que «aunque la Ley Orgánica de la UES actual no se refiere a las políticas, el artículo 25 de la misma, literal ñ,  mandata elaborar los reglamentos específicos que sean necesarios para la buena marcha de la Universidad y proponerlos a la Asamblea General Universitaria, para su correspondiente aprobación, por lo que el CSU deberá enviar a la Asamblea General Universitaria la actualización de esta Política,  «para su aprobación y al mismo tiempo lograr mayor compromiso institucional, pues la política para la Equidad de Género, en su ejecución contiene corresponsabilidades de los máximos organismos de decisión tanto legislativa como administrativa, así como con las autoridades centrales y locales», agrega.

La primera Política de Equidad de Género de la UES data de 2007, siendo en aquel momento, el primer instrumento orientado a la institucionalización de la perspectiva de género al interior de la Universidad, en un contexto en que en el país no había normativas orientadas a reconocer el derecho de las mujeres a vivir libres de discriminación y violencia.

En los últimos años diez años, El Salvador ha avanzado en la aprobación de legislación en materia de igualdad y vida libre de violencia para las mujeres, la cual establece responsabilidades a todas las instituciones del Estado, incluyendo a la Universidad de El Salvador, por lo que cualquier instrumento que busque avanzar hacia la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, debe tomar en cuenta este marco normativo.

Durante los años de vigencia de la PEG-2007, el Centro de Estudios de Género creado en 2004, ha realizado diversos esfuerzos para lograr su implementación, y si bien se han tenido logros importantes, aún persisten retos y desigualdades al interior de la universidad, por lo que en el contexto actual, se ha desarrollado un proceso de actualización de la Política, que permitirá institucionalizarla, lo cual implica pasar de lo formal a lo real, con acciones concretas desde el funcionariado de alto nivel, donde el discurso público y privado sean congruentes al momento de ejecutar acciones a favor de las mujeres, y en ese sentido, lograr una apropiación adecuada de esta normativa por parte de toda la comunidad Universitaria.

A partir de su aprobación, «se está trabajando con Vice Rectoría Académica para la reproducción de la política, la cual será entregada a las autoridades de las 12 facultades y jefaturas de las unidades administrativas para su conocimiento», manifiesta el director del Centro de Estudios de Género.

Para establecer las responsabilidades respecto de los compromisos incorporados en la Política, esta cuenta con un Plan de Acción, que contribuirá a orientar la planificación institucional.  En ese marco «se elaborará un plan operativo que permita la ejecución del Plan de Acción plasmado en la PEG y es a través de la Comisión Académica del Consejo Superior Universitario que se prevé visitar las autoridades de las doce Facultades, Juntas Directivas y Comité Técnico Asesor, para realizar acciones de sensibilización y formación con su personal para que la aplicación sea todo un éxito», agrega el licenciado Ramírez.

La actualización de la Política para la Equidad de Género forma parte de las acciones desarrolladas en el marco del Proyecto «Edificando Relaciones de Equidad de Género en la Sociedad, desde la Universidad de El Salvador», ejecutado en la UES por Médicos del Mundo y Centro de Estudios de Género.

 

 

Caracterización y perspectiva del trabajo doméstico remunerado y no asalariado en El Salvador

Por: María Magdalena chinchilla

PALABRAS CLAVES: Economía feminista del cuido, trabajo doméstico decente, trabajo doméstico remunerado, trabajo doméstico no asalariado.

RESUMEN

El objetivo  de este ensayo, es determinar las características, condiciones de trabajo, económicas y de vida de las mujeres, que se desarrollan en un empleo doméstico remunerado, así como las no asalariadas, abordando la investigación desde una perspectiva multidimensional y holística, para fundamentar recomendaciones en  la formulación de una política pública, que incorpore el trabajo decente  en el empleo doméstico y reestructure los sistemas de cuido, roles, estereotipos y paradigmas actuales en la sociedad que asignan esta actividad mayoritariamente en las  mujeres, desarrollado desde un enfoque de la economía feminista del cuidado.

INTRODUCCIÓN

En este breve estudio se hace énfasis en el aporte conceptual de la teoría feminista, el rol del cuido como categoría central para analizar y entender el trabajo doméstico, en el funcionamiento del sistema económico, examina la injusticia de las actuales formas de organización social del cuido y los desafíos que impone a las políticas públicas, en el contexto de una sociedad como la salvadoreña que aspira a mayor igualdad.

El empleo doméstico es una de las ocupaciones más antiguas, que se origina en el trabajo esclavo y otras formas de servidumbre. Históricamente el trabajo doméstico ha sintetizado el cruce de las discriminaciones basadas en la raza/etnia (servidumbre), la clase social y las de género (asignación de las tareas domésticas y de cuido de forma casi exclusiva a las mujeres, ya que muchas de las personas vinculadas al sector del servicio doméstico son mujeres en condiciones de vulnerabilidades múltiples (CEPAL, ONU Mujeres , & OIT, 2020).

El Convenio núm. 189 de la Organización Internacional del Trabajo, define el trabajo doméstico como el trabajo realizado en un hogar u hogares o para los mismos, en el marco de una relación de trabajo y como ocupación profesional. En El Salvador, el 10% de la población femenina económicamente activa, se inserta en el sector (del Trabajo doméstico), de éstas el 91% no reciben prestaciones, su salario es un 45% más bajo que el del resto de la población económicamente activa y solamente un 4% es cotizante del seguro social, es decir, sus condiciones son en su mayoría de inestabilidad y precariedad (IDHUCA, UCA, & OIT, 2015).

Aunque las trabajadoras domésticas suelen encargarse de la limpieza, la cocina, del cuidado de los niños, las personas de edad avanzada y las personas con discapacidad, así como de trabajos de jardinería, conducción de vehículos y vigilancia de domicilios, la realidad es que sus tareas varían según los países y a lo largo del tiempo. Dada la heterogeneidad de las tareas que realizan, se ha determinado que la característica definitoria del trabajo doméstico, es el lugar de trabajo, es decir, el hogar (OIT, 2021).

Para ponerlo en términos más prácticos y transversales, todas esas actividades desde lavar, planchar, cocinar, atender a las personas enfermas o que requieren atención especial; hasta escuchar, brindar apoyo y mostrar cariño, se realizan principalmente en el seno de los hogares, y son asignadas socialmente a las mujeres, como si fuese una obligación inherente a su feminidad y, además, un acto de amor y abnegación. Pero no se reconocen como lo que realmente son: trabajo no remunerado o remunerado. Trabajo, porque engloba actividades que implican un esfuerzo físico, mental e incluso emocional para quienes lo realizan y cuando no es asalariado, se asume que no tiene valor, pero el trabajo al ser productivo siempre crea valor para la sociedad (Valle Cuellar, 2019).

PERSPECTIVA TEÓRICA

El estudio, análisis y desarrollo de la caracterización del trabajo doméstico se fundamenta desde la perspectiva teórica de la economía feminista, que es un enfoque con abordajes holísticos y desde la reflexión heterodoxa, en la que se ocupa de dejar claras las dimensiones de género en la dinámica económica y sus repercusiones en la vida de las mujeres. La visión de pensamiento de la teoría feminista sobre el trabajo doméstico, se centra en la economía del cuido, busca participar y contribuir en la discusión feminista sobre las relaciones sociales y las formas de organización de la reproducción social, para reconocer y encontrar en ello las causas estructurales en la reproducción de las desigualdades.

Cuando el trabajo doméstico es remunerado resulta relevante destacar, que el tener un ingreso seguro y estable, parece ser un objetivo y una preocupación fundamental. Un ingreso con el que “cubren sus gastos personales, los gastos de la escuela (las que estudian) y apoyan a sus familias” (Agenda Económica de las Mujeres, UNIFEM, aecid, Concejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica, & SICA, 2010).

DESARROLLO

Desde la economía feminista, se construye la categoría teórica que define el cuido, como un ámbito relevante de abordaje para la economía, que supone potenciar, hacer visible y destacar aquellos factores del cuido que contribuyen a producir valor económico, este enfoque se ubica dentro de un conjunto de miradas alternativas y hace una contribución específica al explicar las raíces económicas de la desigualdad de género. Uno de los aspectos centrales de esta mirada se refiere a la explicitación de la manera en que las sociedades resuelven la reproducción cotidiana de las personas y al rol que esto juega en el funcionamiento económico y en los determinantes de la desigualdad. Utiliza para esto el concepto de economía del cuidado (Rodríguez, 2015).

La economía feminista del cuido busca enfocarse en dos propósitos: en primera instancia potenciar el rol sistémico  y estructural del trabajo doméstico en el funcionamiento del sistema económico capitalista y en un segundo aspecto, pretende plantear el significado que eso tiene especialmente para la vida económica, social y familiar de las mujeres; tal como se organiza y funciona el trabajo dedicado al cuido, donde hay dos categorías; las mujeres que perciben muy bajos salarios y en las que no media ninguna remuneración y que se desarrolla en el interior de los hogares.  Lo anterior, tiene una finalidad fundamental en las economías capitalistas: la reproducción de la fuerza de trabajo.

La reproducción ampliada de la fuerza de trabajo y el capital se sostiene estructuralmente con el trabajo doméstico que es cotidiano, habitual, socialmente legitimado por el sistema, que facilita que el capital disponga todos los días de trabajadores y trabajadoras en condiciones de asumir un empleo, sin este soporte, el sistema capitalista colapsaría y no tendría forma de reproducirse.

Cabe destacar, que en los abordajes de la economía, especialmente las escuelas denominadas neoclásicas, pero  también las clásicas, este tipo de trabajo queda oculto o se encuentra enmascarado de acuerdo a las conveniencias,  sin embargo, la oferta laboral plantea o explica todo lo  opuesto, como el resultado de una elección racional de los individuos económicos entre trabajo y  no trabajo, determinada por las preferencias personales y las condiciones del mercado laboral, básicamente, el nivel de los salarios. Ocultando segregación sexual del mercado de trabajo se explica desde la lógica del patriarcado, criticando la reducción de los conflictos de género a la lucha de clases desde la óptica marxista, y es que no es posible homologar opresión y explotación. Además, para superar las desigualdades de género es necesario transformar no sólo el régimen económico, sino incidir en la división sexual del trabajo en el hogar-familia. (Brunet, 2016)

En este sentido, no se tiene en cuenta, ni el trabajo que esa fuerza laboral tiene como soporte al estar cubierta por los cuidos necesarios de higiene, alimentación, descanso, el cuido de niños y niñas y personas de avanzada edad, ni el trabajo del cual se le independiza al relevarle de compromisos de cuidado de aquellos que constituyen su núcleo familiar, que son con los cuales cohabita.

Como consecuencia se plantean dos variables, donde en una se hace énfasis en la división sexual del trabajo y en la otra, fuertemente concatenadas se construye antropológica y culturalmente, la naturalización de la capacidad de las mujeres para cuidar. Lo cual se refiere, a la estructuración de un paradigma social, desde la visión patriarcal, donde ideológicamente se propone de manera ficticia, que las mujeres tienen mayor capacidad que los hombres para cuidar, a partir de las diferencias biológicas en la evolución humana, sustentada en la capacidad que las mujeres tienen y los hombres no, de concebir, tener hijos y lactar. Una de las principales características de nuestras culturas y tradiciones intelectuales, es que son androcéntricas, centradas en el hombre, y que han hecho de éste el paradigma de lo humano, excepto cuando vemos la realidad desde una perspectiva de género (Gil, 2019).

El modelo de economía del cuido que se presenta, muestra que hay una incipiente regulación laboral del trabajo doméstico, en El Salvador y en los países de América Latina,  el esquema laboral facilita para que se produzcan largas jornadas que llevan a las mujeres, tanto en el empleo remunerado, como en el trabajo no asalariado a desgastes físicos y emocionales, con mayores cargas de trabajo en hogares, con privaciones socioeconómicas, sin remuneración e invisibilizados.

 

Fuente:   Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), La autonomía de las mujeres en escenarios económicos cambiantes (LC/CRM.14/3), Santiago, 2019

Desde esta perspectiva, es indispensable luchar por el reconocimiento profesional, la ampliación de derechos laborales, lograr estandarizar las remuneraciones, dada tanta heterogeneidad que permita mejorar los salarios, donde hay una alta concentración de mujeres que de modo invisibilizado realizan grandes aportes al bienestar social, todo ello se realiza ya sea con trabajo doméstico, del cuido remunerado y no remunerado

Los enfoques patriarcales cosificados en la cultura, consideran que esta especificidad biológica de las mujeres, también les confiere cualidades superlativas para otros elementos del cuido; como proteger y mantener aseados a los niños y las niñas, elaborar los alimentos, mantener limpio el hogar donde habitan, así como identificar y establecer el orden de las distintas diligencias de cuido indispensables en un hogar. Las diferencias entre mujeres y hombres respecto a las tareas que desempeñan para el mercado laboral y las de tipo doméstico, determinan algunas de las desigualdades de género más importantes. Es precisamente el mayor tiempo que dedican las mujeres al trabajo doméstico lo que restringe su inserción laboral y su participación en otros ámbitos, como puede ser el de la política o en campos relacionados con puestos de poder y de toma de decisiones; situándolas en condiciones de desventaja con respecto a los hombres y limitando su autonomía económica (Robles , 2017)

Desde el relato cotidiano o el sentido común, cuesta entender que lo anterior no es un atributo biológico o natural, se constituye en una construcción social, estructuralmente amarrada por las relaciones patriarcales de género, que se sustenta en raíces culturales históricas arraigadas, socializadas cotidianamente por distintos medios  y aparatos de reproducción ideológica, como la educación, la propaganda, publicidad, medios de comunicación y otras formas de difusión, donde influye también el folclor, las  formas de socialización en el seno de las familias, las creencias y prácticas de fe religiosas, así como las instituciones sociales y del Estado.

Como se plantea desde la teoría de la economía feminista del cuido, enfocar el asunto de cómo se estructuran los cuidos es de capital relevancia cuando se busca la construcción de sociedades más incluyentes con mayor equidad, donde se debe trabajar por reducir las brechas de desigualdades.

Fuente: Tomado del documento “Protección social al trabajo doméstico en El Salvador, OIT”

El gráfico demuestra, que en este estudio realizado considerando 10 años de información, de 2007 a 2017 hay una fuerte división del trabajo doméstico por sexo, donde como puede observarse, por el número de personas que lo realizan en los respectivos años, cerca del 90% son mujeres y solo el 10% hombres.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Los grandes desafíos, para transformar en políticas públicas, el aporte fundamental de la economía feminista del cuido, se requiere de un abordaje integral, holístico y multifactorial; donde en el corto plazo  se  desarrollen   investigaciones, a través de estudios orientados a la construcción de una base de información  suficientemente robusta, que facilite la elaboración de diagnósticos con conocimientos objetivos, que caractericen la forma de cómo se estructura   la organización social del cuido, donde quede claramente explicitada la contribución del trabajo doméstico, tanto remunerado como no asalariado y el gran aporte que hace para el funcionamiento económico del sistema capitalista.

Los resultados derivados de los diagnósticos del   trabajo doméstico, como se le denomina en este estudio y como es conocido normalmente, se encuentra catalogado dentro del sector de la economía informal, ya que quienes se desempeñan en él, no cuentan con las prestaciones de ley establecidas, ni se les ha incluido para tener acceso al sistema de previsión social entre otras prestaciones y beneficios, con los que sí cuentan de alguna manera las personas que trabajan en el sector formal de la economía.

La profundización en el conocimiento de este tema, deben permitir un mejor acercamiento al problema, facilitar profundos análisis y reflexiones, para traducirse en una idea fuerza que favorezca la equidad y la inclusión social a través de la organización, movilización y lucha, que reivindique la demanda social en beneficio de políticas públicas del cuido, que edifiquen los fundamentos para su reestructuración y redistribución, entre todos los actores de la organización social del cuido y especialmente entre hombres y mujeres.

Dada la enorme importancia de la temática que se analiza, es insoslayable la necesidad de que forme parte en la agenda de discusión de políticas públicas como un asunto relevante. Para que esto sea posible como parte de la incidencia y concienciación de la necesidad de formular e implementar un conjunto integrado de políticas públicas, que extiendan las oportunidades para mujeres y hombres en el modo de organizar el cuidado y que se generen las condiciones necesarias a través de la legislación, para la armonía entre la vida laboral y familiar de las personas.

Lo anterior requiere de una política pública potente que incorpore regulaciones laborales, ampliación de licencias paternales, maternales y parentales, extensión, calidad y calidez de los servicios públicos  y comunitarios del cuidado, incorporación del concepto del trabajo decente doméstico en la legislación laboral y garantizar los medios para su cumplimiento, se requiere de orientar políticas públicas para la batalla cultural en la lucha de ideas, que permitan construir un nuevo relato, que en el largo plazo transformen la actual sociedad patriarcal con todos sus prototipos, arquetipos, pautas, patrones, modelos, tópicos  y clichés de género, en torno del cuidado que permitan romper  la  feminización del trabajo doméstico.

La familia sigue constituyendo la célula básica y fundamental de la sociedad, por tanto, la cuestión del cuido debe ser un problema de Estado, para garantizar sociedades más integradas y humanas, no es una cuestión solo de mujeres. Es una perentoriedad de todas las instancias de la sociedad y también de hombres y mujeres, que somos vulnerables e interdependientes.

Los logros relevantes que las mujeres han alcanzado en su protagonismo económico, político y/o de afirmación de derechos en distintos ámbitos es indispensable que se manifiesten en el espacio social de la organización del cuido, donde las grandes transformaciones estructurales requeridas, por el contrario, son extremadamente lentas o no se están produciendo. Alcanzar más justicia social en este ámbito, es un camino necesario para lograr mayor equidad económica, política y social, para edificar sociedades más igualitarias.

Bibliografía

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