Las mujeres nos atrevemos…

Por: Patricia Castro Fuentes, docente de la carrera de Antropología de la UES.

La larga y constante lucha que tantas y diferentes mujeres han emprendido en determi­nados momentos de la histo­ria y en distintas regiones del mun­do, han allanado el camino para que cada vez más mujeres se incorporen a la vida pública y puedan acceder a los espacios que por años han perte­necido a los hombres.

Por esa razón al revisar la histo­ria desde los lentes del feminismo, encontramos a muchas mujeres que han destacado en política, ciencias, artes, deportes y en la academia; sin embargo son invisibilizadas, y sus aportes son conocidos de manera parcial y minimizados por la socie­dad androcéntrica y patriarcal en la que vivimos.

Así, mujeres tan valiosas como Hipatia, Olimpia de Gouges, La Malinche, Sor Juana Inés de la Cruz, Frida Kahlo, Simone de Beauvoir Virginia Wolf, Gabriela Mistral, Rigoberta Menchú, Prudencia Aya­la, María Isabel Rodríguez, Ana Cristina López, por citar solamente algunas, han sido reconocidas lue­go de una ardua lucha por ganar espacios dentro de una sociedad que valora y tiene como medida de todas las cosas a los hombres.

De ahí que poco a poco, a través de los años las mujeres se han in­corporado a las universidades y con ello, han logrado grandes cambios y avances en la construcción de una sociedad más justa y equitativa en la que mujeres y hombres gocemos de los mismos derechos en igualdad de condiciones.

Las nuevas gene­raciones de mujeres debemos visibilizar a las primeras mujeres que accedieron a la educación superior en este país y desem­polvar los archivos de la UES para dar a conocer los nombres de esas mujeres que sin duda alguna, ven­cieron grandes obs­táculos para lograr su sueño.

Las primeras mujeres universitarias

Pasaron más de cuarenta años des­de la fundación de la UES en 1841, única universidad pública de este país; para que ingresara como estudiante una mujer. De esta manera, Antonia Navarro Huezo, sentó un precedente en la historia académica de El Sal­vador y Centroamérica al graduarse de Ingeniera Topógrafa en septiem­bre de 1889 y convertirse así, en la primera mujer salvadoreña en obte­ner un título universitario.

Datos del Archivo Central de la UES indican, que fue hasta el año de 1924 que otra mujer, Carlota Estévez, de origen guatemalteco obtiene el título de Doctora en Ci­rugía Dental.

En esa misma Facultad, en el año de 1938 se graduó Bertha Or­belina Gonzáles, en cuyo expe­diente se muestra la constancia de conducta intachable que el Alcalde de su domicilio extendió para que fuera presentado como requisito de ingreso a la citada Facultad. Pero al revisar los expedientes de los estu­diantes hombres de ese mismo año, tal constancia no era un requisito para ellos.

Es claro que hasta mediados del siglo pasado las mujeres que ingre­saron a la UES no sólo fueron muy pocas sino que además cumplie­ron requisitos “extras” que a sus pares hombres no les exigían, por consiguiente se puede intuir que el ambiente estudiantil de la época no alentaba a que más mujeres se inscribieran.

Hay grandes saltos de tiempo entre una y otra graduada y entre una y otra Facultad. De esta mane­ra, fue hasta 1932 que la Facultad de Química y Farmacia graduó a Esperanza Sofía Alvarenga como la primera mujer Doctora en Química y Farmacia; y es hasta 1945 que la Facultad de Medicina doctoró a la primera mujer: Stela Gavidia de Grabowski.

En el año 1952 la Facultad de Ju­risprudencia otorgó el grado de Doc­tora en Jurisprudencia y Ciencias Sociales a María Elena Barriere.

En la Facultad de Ciencias y Humanidades, fue en 1957 que Ma­ría Luisa Chenivesse se Licenció de Ciencias de la Educación y según el expediente de graduación de esa facultad, en ese mismo año también obtuvo el título de Licenciada en Filosofía.

A partir de la década de los 60 y 70 del siglo pasado, más muje­res ingresan a la UES, pero siguen siendo muy pocas en relación a los hombres que ingresaban y se gra­duaban.

Así en 1964, Clelia Castellón Juárez obtiene el título de Licen­ciada en Letras. En 1965, Carmen Dalia de Suárez en periodismo y en 1966 Leticia Calderón Alférez como psicóloga. En ese mismo año, Tula Querubina Henríquez de Paredes se gradúa como Licenciada en Ciencias Sociales y Ana Cristina Hinds de Narváez como arquitecta.

Estas y otras mujeres que han sido las primeras en las aulas de sus facultades y que se enfrentaron a un mundo dominado por hombres, son parte de nuestra historia y son parte de ese grupo que a fuerza de su tesón y esfuerzo prepararon el camino para que hoy por hoy en las aulas de la UES, las mujeres sea­mos mayoría.

Pero, cuando se trata de optar a cargos de decisión, la cuestión se invierte radicalmente, ya que son más los hombres que ejercen la do­cencia superior y por tanto más los que acceden a cargos de dirección, ya sean estos decanatos, vicerrecto­rías, rectoría y otros.

Esto sólo muestra que si las mujeres han tenido que esforzar­se por hacer las cosas bien como universitarias, cuando se trata de optar y competir por obtener y es­calar puestos de dirección, la lucha implica además, competir en con­diciones desiguales, ya que estos espacios están dominados y hechos por y para hombres.

Esto significa que la sociedad no ha creado las condiciones para que las mujeres se desprendan de su doble o triple función como madres, trabajadoras y adminis­tradoras de los espacios domésti­cos, por el contrario; las mujeres que acceden a cargos de dirección tienen, además de cumplir con las obligaciones que su cargo les im­pone, con las que su rol de género les asigna.

 Primera Decana

Al revisar los registros de go­biernos universitarios, encontra­mos que es hasta 1967 que una mu­jer ocupa el cargo de Decana de la Facultad de Medicina y es hasta el año de 1999 que una mujer llega a la Rectoría de esta Universidad.

En ambos casos esa mujer es la Doctora María Isabel Rodríguez, cuya trayectoria académica y cien­tífica ha sido reconocida nacional e internacionalmente con los Doc­tortados Honoris Causa de las uni­versidades de Guadalajara, UCA de El Salvador, Nacional de Córdoba, Argentina y San Carlos de Guate­mala.

Así como las más altas distin­ciones como la Orden de la Legión de Honor de Francia, El Águila Az­teca de México y la Orden Gabriela Mistral de Chile, entre otros.

Presidenta de la AGU

En la Asamblea General Uni­versitaria (AGU) es hasta el año de 1995 que la Licenciada Glendy Ruth Araniva, representante del sector docente, logra la presidencia de ese organismo y es hasta el año 2007, que la Doctora Claudia Iveth Cerna, representante del sector profesional no docente es electa presidenta del mismo organismo.  Diez años después otra mujer logra llegar a la presidencia de la AGU (período 2017-2019), la Licenciada Josefina Sibrián de Rodríguez, representante del sector docente.

 

Decanas

En el caso de los Decanaturas, en la Administración de la UES 2003-2007, de doce Fa­cultades, solamente cuatro fueron ocupados por mujeres.  En la ad­ministración 2007-2011 solamente la Facultad de Medicina fue dirigida por una mujer, al igual que en período 2011-2015 que solo la Facultad de Química y Farmacia fue dirigida por una mujer.  Para el 2015-2019, tres de las doce decanaturas son dirigidas por mujeres.

En suma, cuando se trata de es­tar en la dirección de espacios las posibilidades se estrechan, pero queda demostrado que las mujeres se atreven a romper con lo estable­cido para lograr mejores condicio­nes; queda claro, además, que ven­cen obstáculos y derriban barreras a veces impenetrables que dan pie a que más mujeres nos atrevamos a romper con las ataduras del patriar­cado y comencemos a dar valor a nuestro trabajo y al trabajo de otras mujeres.

Ahora como producto de esas luchas, es común ver a las muje­res en las universidades, dirigiendo empresas, ocupando cargos públi­cos como presidentas, diputadas, alcaldesas o ejerciendo como médi­cas, ingenieras, físicas, economis­tas y astronautas, entre otras profe­siones.

Además, salimos solas a fiestas y podemos decidir con quién casar­nos y hasta si queremos tener o no hijas e hijos. Pero todas esas liber­tades de las que ahora gozamos, los derechos que ahora podemos hacer valer y los espacios públicos a los que podemos acceder, son el resul­tado de una larga lucha de mujeres valientes, decididas y visionarias, que se atrevieron a transgredir las normas establecidas y a dar la ba­talla en la lucha por demostrar que las diferencias entre hombres y mu­jeres son el resultado de procesos de socialización y no un Mandato divino.

Factores sociales y comunitarios condicionan que mujeres y hombres accedan a la Ingeniería Eléctrica o Mecánica

Redacción: Roselia Núñez

Factores sociales y comunitarios, así como familiares y educativos, son algunos de los condicionantes de género que influyen en que mujeres y hombres opten o desistan por estudiar o ejercer la docencia en carreras como las ingenierías eléctrica o mecánica, tradicionalmente estudiadas por hombres.

Así lo revela la investigación Factores de género condicionantes del ingreso y permanencia, en el estudiantado y profesorado de las ingenierías eléctrica y mecánica de la UES. Acciones para la igualdad», presentada por la Red de Investigadoras de la Universidad de El Salvador en el VII Seminario Internacional de Género desarrollado en Honduras del 6 al 8 de mayo de 2019.

«Históricamente la presencia de mujeres en las llamadas ciencias duras ha sido limitada, lo que se explica por la prevalencia y reproducción del sistema patriarcal y machista, que recae sobre el cuerpo de las mujeres y determina su participación en el espacio público y privado», explica la Maestra Ángela Rodríguez, coordinadora de la Red de Investigadoras de la UES.

Para el Ciclo I – 2019, la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UES tiene un total de 5 mil 995 persona inscritas, de ellas 1 mil 798 son mujeres (30.0%) y 4 mil 197 hombres (70.0%), la brecha se profundiza en las ingenierías mecánica y eléctrica, ya que la participación de mujeres inscritas es apenas de 11.95% y 8.27% respectivamente. Para ese mismo ciclo labora un total de 25 profesionales, sumando las dos escuelas, de ese total solamente se tiene a una mujer como profesora a tiempo completo.

El ingreso de mujeres a las ingenierías eléctrica y mecánica de acuerdo al estudio, está determinada por la percepción estereotipada que la sociedad tiene sobre dichas carreras, originada en la familia y reproducida por el sistema educativo, los medios de comunicación, la iglesia entre otros, espacios que condicionan y ubican a las mujeres en tareas relacionados con el cuidado, por tanto el percepción de creer que estas ingeniarías son solo para hombres, obedece a la idea errónea que las “mujeres no pueden andar subidas en los postes, o andar solas en los terrenos” o “estar en un ambiente grasoso de talleres, donde solo hay hombres y se usa un lenguaje no apropiado para las mujeres”.

Llegar a estos resultados fue posible con información recogida en grupos focales y entrevistas en la que participaron estudiantes y profesorado de las dos ingenierías y autoridades de las ingenierías eléctrica y mecánica y de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UES.

A partir de esta investigación, la Red ha diseñado acciones de mejora con el objetivo de contribuir a la reducción de las brechas de género en particular de las carreras de ingenierías eléctrica y mecánica y en general de toda la Universidad.

Entre los primeros resultados, está la elaboración de una Guía Básica de Lenguaje Inclusivo, cuyo propósito es facilitar el uso de un lenguaje inclusivo desde las comunicaciones internas y externas que se generen desde la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UES, de igual manera se tiene una propuestas para el desarrollo de acciones orientadas a la sensibilización, formación y profesionalización sobre el tema de género, feminismo y nuevas masculinidades.

Ésta es la segunda investigación que realiza la Red de la Universidad de El Salvador. La primera la desarrolló en 2018 con el título “La Universidad de El Salvador como espacio de reproducción de la Violencia de Género».

La UES forma parte de esta red desde 2017 que en la actualidad participan 53 Universidades de América Latina, El Caribe y Alicante, España. La de investigadoras de la UES para el 2019 la conforman profesionales del Centro de Estudios de Género, Facultades de Ciencias Económicas, Jurisprudencia y Ciencias Sociales y Bienestar Universitario.

21 de Junio: Día para una Educación No Sexista

Redacción: Roselia Núñez

 

La Asamblea Legislativa salvadoreña, declaró en 1999, el día 21 de junio de cada año como “DIA NACIONAL PARA UNA EDUCACION NO SEXISTA”, a fin de que contribuya a la construcción de una educación formal y no formal que promueva y desarrolle actitudes, conductas y concepciones, que respetando las diferencias entre los sexos elimine las desigualdades genéricas e incentive a la sociedad en su conjunto a la reflexión sobre ello y dé un mayor impulso a la integración de nuevos valores en todos los componentes del proceso educativo.

El término sexismo se utiliza en las ciencias sociales para mostrar el conjunto de actitudes, comportamientos y valores que introducen la desigualdad y la jerarquización en el trato entre mujeres y hombres, sobre la base de la diferenciación de sexo.

De manera concreta, se puede apuntar que cuando se habla de una educación no sexista, se busca construir una educación formal y no formal con equidad, es decir, sin discriminación de género.

La Licenciada Patricia Castro, quien durante más de tres años se encargó del área de educación del Centro de Estudios de Género de la UES, comenta que el sexismo al ser un prejuicio basado en el sexo, hace que las personas “desde que nacemos y somos socializadas, vayamos aprendiendo pautas de cómo ser mujeres y cómo ser hombres, incluso desde antes de nacer se socializa a las personas de diferentes maneras según el sexo”.

Es a partir de esta diferencia de sexo, que se sobrevalora a los hombres y a los niños, con actitudes de desigualdad y jerarquización en el trato que se les da a las niñas, que son vistas como inferiores. Un ejemplo a través del cual se puede visibilizar esta diferencia y discriminación hacia las niñas, es que si nació una niña le dicen a la madre “entonces no se ganó la gallina”, contrario a si hubiera sido niño.

Social y culturalmente, se suele creer que por naturaleza los niños son decididos, valientes, controladores y fuertes y las niñas sensibles y débiles, lo cual tiene repercusiones en la vida adulta de mujeres y hombres. Es decir, que se estereotipa a las personas en la forma de comportamiento, como si todas tuvieran cualidades iguales, sin tomar en cuenta que cada una tiene cualidades individuales.

¿Cómo se manifiesta el sexismo?

La Licenciada Castro explica que el sexismo se puede transmitir a través del lenguaje, los símbolos e imágenes que los medios de comunicación, instituciones educativas y familia, entre otros, “nos presentan todos los días y como lo vemos todos los días damos por hecho que las actitudes diferenciadas de hombres y mujeres es lo correcto”.

Los medios de comunicación reproducen el sexismo de manera dual. Por una parte, presentan a la mujer como la madre, esposa y ama de casa y por otra, como objeto “sexual”, donde es utilizada para anuncios comerciales y con poca ropa, ofreciendo diferentes productos, en su mayoría para hombres.

En cuanto a los puestos de dirección en los medios, muy pocas veces son mujeres y por lo general los temas como educación, salud, cultura y sociedad son cubiertos por mujeres.

En cambio deportes, entrevistas, opinión pública y economía, son temas dirigidos por hombres, bajo el entendido que los hombres son más “capaces” para desarrollar estos temas.

Por otro lado está la parte técnica, en el país la edición de materiales audiovisuales por lo general es realizada por hombres, así como el área de cámaras de video, lo cual se puede ver en las distintas coberturas periodísticas, donde son hombres siempre, los que andan con una cámara en el hombro, por considerarlo que es “algo masculino”.

Ana Guzmán, es una periodista que ejerce su profesión desde hace un poco más de cinco años. Ella explica que en el tiempo que tiene de andar cubriendo noticias no ha observado a ninguna mujer periodista que se desempeñe como camarógrafa, lo cual considera se debe a que “el equipo es un tanto pesado”.

Pero ¿quién ha dicho que las mujeres no tienen la misma capacidad para cargar una cámara de video, como lo hacen los hombres? Reflexionando sobre esta frase, se puede afirmar que todo forma parte de la construcción social que se crea a las personas, a partir de los estereotipos de que la niña es débil y los niños son fuertes.

“Lo de la fuerza en los hombres no es algo biológico, eso es parte de la construcción social, recalca Patricia Castro, “ya que a las personas nos van educando para responder a lo que la sociedad considera lo que significa ser hombre y ser mujer”.

Si lo de la fuerza fuera algo de hombres, no existieran mujeres como la salvadoreña Eva María Dimas, quien posee records naciones e internacionales como levantadora de pesas.

Castro explica que la incorporación de la categoría sexo género en la ciencias sociales ha permitido resquebrajar la predeterminación biológica, demostrando que las actitudes de las personas no tienen ninguna relación con lo biológico, sino más bien, que son resultado de la construcción social, y que como toda construcción, es posible deconstruirla.

Yaneth Cerritos, docente de la Facultad de Medicina de la UES, considera que una forma de manifestar el sexismo en la educación, es a través de la poca atención que la planta docente brinda a la población estudiantil, ya que a veces, “se da más importancia a la participación de los hombres que a la de las mujeres en el momento de la clase”.

Otra forma dice, es cuando “no fomentamos la participación de las mujeres en el deporte como fútbol y Basketbol y cuando exigimos en las prácticas clínicas, vestimenta que ha sido estereotipada para mujeres, como por ejemplo, que si usa falda o vestido debe ponerse zapato de vestir, medias”.

Por otro lado dice, está el uso del lenguaje, que en la mayoría de ocasiones es utilizado en masculino invisibilizando a las mujeres.

Sobre el uso del lenguaje sexista

En el año 2008, la Maestra Sonia de Marroquín, docente de la Facultad Multidisciplinaria de Santa Ana, desarrolló una investigación cualitativa denominada la “Construcción Social del Lenguaje de Género en la Enseñanza de Instituciones de Educación Superior de Santa Ana”.

La información obtenida mediante la investigación, “refleja que tanto el personal docente como el estudiantado de las universidades (objeto de estudio), hacen uso sexista y androcéntrico del lenguaje con gran frecuencia”.

De acuerdo a la investigadora, los resultados “ponen en evidencia que aún cuando existe voluntad por parte del personal docente y del estudiantado universitario por usar el lenguaje no sexista en su interacción dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, existe mucha incongruencia entre su discurso y su uso real del lenguaje”.

Ella agrega que los resultados reflejan la realidad histórica que engloba muchas desigualdades, lo cual es producto “de nuestro sistema social, que le ha dado al hombre el derecho de someter, vigilar y hasta de castigar a la mujer, a quien históricamente se le ha considerado inferior”.

En ese sentido, se requiere de la modificación o transformación de actitudes tradicionalmente machistas que posibiliten el uso genérico del lenguaje de manera espontánea y consciente, ya que la investigación refleja que el personal docente y el estudiantado, hacen “un uso sexista del lenguaje de manera natural y espontánea, como producto del proceso de naturalización de los roles, la constante asignación social de funciones y actividades a las mujeres y a los hombres”.

El lenguaje está en constante cambio y los cambios en el lenguaje surgen acorde a las necesidades de su pueblo. Estos cambios en el lenguaje reflejan el hecho que vivimos en una sociedad y naturaleza cambiante, dice la Maestra de Marroquín.

La investigación realizada “muestra claramente que para lograr cierta uniformidad en el uso genérico del lenguaje debe haber cambios estructurales en nuestra sociedad. Tal como sostiene Crane (1981), los cambios en el lenguaje son paralelos a la historia de sus hablantes”.

“Es decir, que el uso genérico del lenguaje se consolidará siempre y cuando los cambios vayan acompañados de estructuras sociales que contrarresten las desigualdades entre los seres humanos”.

Evidentemente no es un fenómeno aislado que se va a dar a nivel educativo simplemente, es un proceso ligado al desarrollo social, cultural, político, económico y educativo.

Por tanto, es importante generar las condiciones de cambio en los diferentes ámbitos a fin de que de una manera sistemática y segura se mecanice el uso del lenguaje de género en la enseñanza superior universitaria, finaliza la Maestra de Marroquín.

Para Patricia Castro, el uso del lenguaje en masculino se debe a que “nos hicieron creer desde la casa, la iglesia, la escuela que hablar en masculino es universal y que ahí estamos incluidas las mujeres y esto para nada es cierto. Si las mujeres somos la mitad de la población creo que merecemos que nos nombren, además, que lo que no se nombra no existe”.

¿Cómo evitar el sexismo?

“Es una tarea bien grande y creo que las personas que ya empezamos esta lucha, tenemos la tarea de comentar, hablar y generar debate sobre este tema con otras personas. Una forma, es desde las casas”, dice Patricia Castro.

Ella considera por ejemplo que hay que compartir las tareas domésticas con los hombres de la casa, ya que las tareas domésticas “no es cierto que sea una labor que solo deban realizar las mujeres”. “Creo que si pueden hacerse cambios y el empezar a dejar en mano de los hombres la tareas que siempre se nos asignan a nosotras es un paso”. Por otro lado, están las instituciones educativas.

Para la Licenciada Castro, los espacios académicos, son una buena forma de ejercitar la conciencia entre las demás personas, a través de la exigencia por parte de las mujeres a ser incluidas en la toma de decisiones y nombradas a la hora que docentes se dirijan al alumnado, “ya que las mujeres y los hombres merecemos estar en las mismas condiciones y tener las mismas oportunidades para desarrollarnos”.

La Licenciada Cerritos por su parte, dice que una forma de evitar el sexismo en la educación aún desde los primeros años de formación, es a través de la formulación y aplicación de políticas que busquen la equidad, sensibilización y formación de formadores en materia de género.

Por otro lado, ella recomienda a las diferentes instituciones, impulsar programas encaminados al empoderamiento de las mujeres, así como a la realización de investigaciones que evidencien la situación de inequidades de género, que cada día afecta más a las mujeres.

A nivel universitario, existe ya un instrumento institucional que determina acciones concretas para hacer realidad el pensamiento sobre la equidad de género, el cual tiene como nombre “Política de la Equidad de Género para la Universidad de El Salvador”, aprobada en el Consejo Superior Universitario, el 24 de mayo del año 2007.

En este sentido, el reto es que toda la población universitaria conozca “su Política de Equidad de Género”, se apropie de ella y a partir de ahí, se generen debates con los tres sectores de la universidad que den como resultado, el camino a seguir para lograr transformaciones en la universidad, con el objetivo de erradicar las desigualdades de género, para ir construyendo una sociedad más justa y humana para mujeres y hombres.

El uso No Sexista del Lenguaje  

Por: Patricia Castro

El lenguaje al ser un conjunto de signos del cual disponemos para expresar lo que sentimos, vemos, pensamos y creamos; se convierte en un valioso instrumento a nuestro servicio para comunicarnos.

El lenguaje es además, una construcción histórica y social que condiciona e influye en nuestra manera de pensar y determina la visión de mundo de cada persona; toda cosmovisión está sesgada por diferentes condicionamientos sociales (etnia, edad, religión, ideología, sexo-género, etc.).

En el caso del lenguaje, el sesgo es por sexo y tiene que ver con considerar a los hombres como centro del universo, como medida de todas las cosas y con suponer que lo masculino es lo que más vale.

Esta cosmovisión sesgada del mundo se llama androcentrismo y considera a las mujeres como dependientes y subordinadas a los hombres.

Qué es el sexismo

El sexismo, son los valores, capacidades y roles diferenciados que la sociedad asigna a mujeres y a hombres en función únicamente de su sexo, por ello, el sexismo propicia el enquistamiento de actitudes que permiten el trato desigual y la jerarquización en el trato entre las personas.

El lenguaje, al reflejar esta realidad desigual entre hombres y mujeres, también la refuerza constantemente por medio de los mensajes que se transmiten en las diversas formas de comunicación. Cuando hacemos uso de un lenguaje sexista, no visibilizamos ni reconocemos las capacidades ni el valor social de las mujeres y mostramos solo una imagen parcial de la realidad.

En este punto es necesario aclarar que no existe un lenguaje sexista, sino un uso sexista del lenguaje, ya que el sexismo existe en la mente de las personas que lo hablamos y no en la lengua. La lengua es un instrumento maravilloso que permite que expresemos todos nuestros pensamientos y nos ofrece infinitas posibilidades para hacerlo, sin embargo nos expresamos de acuerdo a creencias, ideas, estereotipos y conceptos aprendidos desde nuestra infancia.

Una realidad sexista o no sexista

Consideramos que a partir del universo de posibilidades que el lenguaje nos ofrece, podemos decidir expresar una realidad sexista o no sexista; se trata entonces de escoger, entre los recursos que la lengua nos ofrece, los que nos permitan una transmisión de los pensamientos en los que estemos representadas mujeres y hombres por igual.

Es necesario por ello, conocer los errores más frecuentes del androcentrismo y del sexismo en el lenguaje para que podamos hacer cambios positivos en la construcción de una convivencia más equitativa entre los géneros, puesto que para cambiar el lenguaje tenemos primero que cambiar nuestra percepción del mundo.

Para que las personas podamos hacer un uso no sexista del lenguaje no existen recetas, ni indicaciones exactas y precisas. Se trata más bien de tomar conciencia de los sesgos sexistas de nuestro pensamiento y de cómo éstos se reflejan en el lenguaje.

Lo importante es en realidad tomar acciones para ir haciendo cambios desde los espacios donde nos movemos: el trabajo, la familia, etc. para que cada vez más personas tomemos conciencia de lo importante que es emplear lenguaje inclusivo y dejemos de usar términos peyorativos como hembra para referirnos a las mujeres.

Solo basta revisar en el diccionario su significado para darnos cuenta de toda la carga sexista que contiene. Y que decir de palabras como zorra, mujer pública, puta y otras que cuando las pensamos en masculino, cambiamos su significado.

Cuando empezamos a analizar esta situación y nos damos cuenta que el lenguaje (escrito, hablado, imagen) no hace más que reflejar lo que pensamos, el siguiente paso será comprender que al cambiar nuestra percepción del mundo cambiará el contenido de lo que comunicamos.

Dicho de otra forma, poniéndonos los lentes del género podremos identificar en el día a día de la comunicación la cantidad de expresiones que discriminan a las mujeres y nos convierten en objetos inferiores con respecto a los hombres.

Pero aunque nada está escrito y todo es un proceso, podemos apoyarnos en algunos aspectos que nos permitirán tomar en cuenta que las aportaciones de mujeres y hombres son igualmente importantes en la sociedad. Si somos conscientes de esta situación no habría por qué conceder más protagonismo a los hombres e invisibilizar a las mujeres.

A continuación se señalan los errores más frecuentes del lenguaje que se derivan del androcentrismo:

  1. Cuando utilizamos el masculino como genérico para hacer referencia a un grupo mixto, excluye a las mujeres de los espacios sociales e invizibiliza su existencia, su trabajo y su aporte a la sociedad. Pensar que el género masculino incluye a mujeres y hombres es un error, lo usamos porque simbólicamente pensamos en hombres y no en mujeres y hombres.
  2. Otro error frecuente es cuando presentamos a los hombres como único sujeto de referencia y acción y a las mujeres como dependientes de ellos. Ejemplos de esto es cuando en los periódicos u otros medios se dice: “El señor Gonzáles acudió a la actividad acompañado de su esposa e hijos”, “La señora vicepresidenta presencio el desfile”.
  3. “El señor presidente de la República, acompañado de la Primera Dama…” En estos ejemplos se muestra a los hombres como sujetos activos y protagonistas de los hechos y a las mujeres como dependientes, pasivas y hasta realizando acciones secundarias con respecto a las que realizan los hombres.

En cuanto a los errores más frecuentes que derivan del sexismo, mencionamos los siguientes:
1. Existe un trato diferente de acuerdo al sexo de la persona, donde las mujeres son generalmente minimizadas. Eje. Cuando nos referimos a las mujeres como señora o señorita, estamos informando de su estado civil, cosa que no hacemos con los hombres. Ellos son el señor tal, independientemente de su edad o estado civil. Otro ejemplo, “El equipo de trabajo consta de un ingeniero y dos jóvenes arquitectas”, están minimizando a las mujeres al hacer notar que son jóvenes.

2. Otro error consiste en usar el género femenino para desvalorar o descalificar comportamientos y actitudes. Ej. “Lloras como mujer lo que no has sabido defender como hombre”, “Esas son cosas de viejas, no te metas”.